Miguel Pato y Ana Avellano (PD)-. Cuenta que la memoria dulcifica la injusticia del presente y trata de enderezar las torpezas. Ese es precisamente el ejercicio que desde la cárcel, enviado allí por la Inquisición, hace el arzobispo de Toledo en 1572 en la novela histórica “La luz mentida”.
Pedro Villarejo toma las experiencias de este clérigo como pretexto para profundizar en los aspectos más relevantes, y a la vez ocultos, de la Iglesia del siglo XVI. En sus memorias desde detrás de los barrotes, el arzobispo Carranza traslada la injusticia que sobre él han cometido a todos los demás inocentes ajusticiados. Condenados por complejos económicos, políticos… de la Iglesia de entonces.
En su obra “La Luz Mentida” trata de sacar una mancha en la Historia de la Iglesia no para criminalizarla sino para curarla.
“Lo peor que puede pasarle a la Iglesia es depender del Estado. La libertad para ejercer el Ministerio de Jesucristo no puede estar mediatizada por ningún poder político. Quien te paga, te pasa factura.”
Pedro Villarejo subraya que en la actual relación entre Iglesia y Estado en nuestro país, los Gobiernos se comportan con un gran recelo frente a esta institución por su importante influencia moral sobre la mayoría de sus habitantes.
