La exigencia de Podemos de derruir la cruz que corona la abadía del Valle de los Caídos con la aparentes simpatía de Pedro Sánchez generaría una grave contienda civil y la ruptura social entre españoles.
Los católicos se opondrían a la destrucción del principal símbolo de su fe, un monumento 150 metros de altura, el más alto del mundo, con gigantescas figuras de los cuatro evangelistas y alegorías de las cuatro virtudes cardinales en su basamento de 18 metros, obras del escultor socialista Juan de Avalos.
Gran parte de los laicos no hostiles a los creyentes –por ejemplo este cronista, que ni siquiera está bautizado– rechaza el derribo de un monumento cuya desaparición se lamentará cuando el recuerdo de Francisco Franco sea un renglón en la historia.
Como ocurre con otras construcciones que enseñan sobre la vida…
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