Pedro Sánchez dejará España quizás arruinada o sin ser España, pero él ya ha comenzado a darse momentos de gloria sólo comparables a los de Vladimir Putin retratándose con tigres siberianos y nadando en caudalosos ríos helados para demostrar la potencia de su corazón y de sus músculos.
Sánchez es nuestro Putin, superatleta que en su campaña autopublicitaria, aprovechando que “TVE ya no hace propaganda política”, exhibió cómo dominar un tigre siberiano como Putin, aunque era una perrita corriendo por su nueva finca, el palacio de La Moncloa.
A los 18 días de llegar al Gobierno sin programa –aunque se reunió en secreto con Pablo Manuel Iglesias para “coordinar proyectos”, según Podemos–, hizo una declaración televisiva que desdecía su solemne promesa en el Parlamento de que convocaría elecciones “en cuanto recuperemos la normalidad”…
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