Cada vez que se produce un caso policial o judicial mediático salen a las calles grandes masas que piden linchar al acusado, como fue en el caso de Ana Julia Quezada, que mató hace dos meses ahora a Gabriel Cruz, de ocho años, hijo de su novio.
Alejarse de “la ira del populacho” dio origen al Derecho Romano en occidente y a todas las formas de justicia no religiosa.
Un fenómeno parecido envuelve ahora la sentencia sobre “La Manada”, como se llamaban a sí mismos cinco depredadores sexuales sevillanos condenados este jueves a nueve años de cárcel cada uno por abusos sexuales a una joven en los Sanfermines de Pamplona, en julio de 2016.
“Nosotras somos la manada”, rezan las pancartas de feministas y progresistas que protestan por toda España contra esta sentencia, pues entienden que debió condenárseles, al menos a 18 años por agresión sexual, o a 22 por violación…
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