Con la arrogancia del pequeño que intimida al grande, el Partido Nacionalista Vasco ha incumplido su promesa de apoyar los presupuestos generales del Estado para 2018 al imponerle a Mariano Rajoy una condición imprevista: que deje de aplicar el Artículo 155 de la Constitución en Cataluña.
Si Rajoy no lo hace le advierte que busque apoyos “en otros caladeros”: para ellos los ciudadanos son bancos de sardinas merluzas, bacalaos o chicharros en caladeros de pesca extractiva, como del Gran Sol, Terranova o Marruecos. No se cultivan o cuidan, sólo se extraen en grandes redadas.
El PNV, con sólo cinco de los 350 diputados del Congreso, puede lograr que Rajoy ceda a su chantaje; o que prorrogue los presupuestos de 2017 –malo para la economía–, o que anticipe las elecciones; aunque ya hubiera cobrado pingües beneficios por aprobar los presupuestos.
El precio logrado por el PNV fue una enorme y escandalosa rebaja del Cupo o cantidad que deben pagar las Diputaciones vascas al Estado por los servicios que este presta a su Autonomía. Lo que se definió como el Cuponazo a costa de los demás españoles, y eso aparte de lo que se lleva también de más Cataluña…
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