Cuando un grupo político autoproclamado progresista crea una nueva exigencia, como que para la construcción de carreteras se haga con estudios de impacto en las “políticas de género”, se podría creer que sus dirigentes son unos excéntricos de mentes ociosas que desean gastar una broma.
Pero ya ha pasado con el estudio de género de la autovía de circunvalación de Madrid, la M-30, una parte en superficie y una red de túneles de 43 kilómetros inaugurados hace una década, por el que pagó hace poco 52.000 euros el Ayuntamiento de Podemos y sus aliados, con apoyo del PSOE.
El estudio, de una empresa de feministas podemitas, concluyó que se debía mejorar la iluminación y ampliar los transportes públicos porque las mujeres los usan más que los hombres: demandas que sirven por igual para ambos sexos y todas las edades…
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