Como se sabe Cataluña es tierra de abundantes pasiones y sentimentalismos. Con ególatras seguidores de las teorías del surrealista Françesc Pujols, filósofo que profetizó en 1918: “Llegará un día en que los catalanes, por el simple hecho de serlo, iremos por el mundo y lo tendremos todo pagado”.
Una idea viva en el imaginario nacionalista. Quien se una a esa creencia, aunque sea xarnego, el inmigrante antes despreciado, obtendrá la nacionalidad catalana si apoya la independencia: después, como decía Pujols, todo pagado, el Paraíso terrenal.
A las manifestaciones independentistas asisten inmigrantes, sobre todo musulmanes identificables por sus ropas. Algunos aspiran a obtener aquí viviendo de subvenciones un anticipo del Paraíso prometido por Alá, aplicando el Corán o la yihad en esta parte de el-Ándalus.
Hubo una fundación, “Nous Catalans”, pagada por la Generalidad que, según advirtió el Ministerio de Interior, predicaba la buena nueva independentista a los 700.000 musulmanes de Cataluña en mezquitas con imanes extremistas…
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