Fernando Sabater acaba de descubrirnos el por qué en las democracias hay personas que se proclaman demócratas pero no lo son porque conociendo la inmensidad de sus crímenes aman a los líderes de los criminales regímenes comunistas
Cuando el cronista fue a vivir como corresponsal en la República Popular China, había sido evangelizado sin demasiado éxito por los amantes de Mao Zedong y grandes popes del pensamiento de entonces, como Jean Paul Sarte.
El antifranquismo y el antipinochetismo, además, eran una venda que impedía ver que el socialismo real, el comunismo, generaba criminales como ese Mao, Fidel Castro y a su mano multiasesina y sádica, el Che Guevara.
Desde la izquierda comunista se creía que Stalin, denunciado por la propia URSS, era un caso anómalo en el igualitarismo feliz: los comunistas alegaban que la denuncia demostrada la bondad del régimen.–
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