Tras el paro, y más que el terrorismo o la violencia de género, la segunda preocupación social de los españoles en marzo fue la corrupción.
El 44,8 por ciento, once puntos más que en enero, está preocupado por esa corrupción “percibida”, probablemente por la insistencia informativa en los actuales juicios a los corruptos de la primera década de este siglo, cuando esa percepción era casi cero.
Esa es la gran contradicción que no señalan las encuestas sobre impresiones subjetivas, sobre “percepciones”, como esta última del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS): la percepción del pasado se atribuye al presente.
Ahora mismo es más difícil ser corrupto que entre 2000-2010. Los deshonestos ya no se fían unos de los otros y se graban mutuamente; a la primera discrepancia hacen llegar lo que les interesa a jueces o periodistas.
Aparte, han aparecido los subalternos desleales…
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