Toda España vio horrorizada en televisión las imágenes cedidas por la Guardia Civil de un hombre que espera escondido tras una columna empieza a pegarle a una mujer, su pareja, cuando entra en el portal de su casa, y que luego, tras tirarla al suelo, la arrastra del pelo descalabrándola contra las escaleras hacia la entreplanta, donde sigue apaleándola ante la puerta del ascensor.
Ocurrió hace dos semanas en Sant Joan d’Alacant, Alicante, y en principio no se explicó que él era un violento delincuente habitual ucraniano y ella una polaca casada que vive, supuestamente con fondos que le envía el marido desde su país, con una hija de diez años.
Quizás por ser una esposa infiel o por miedo al ucraniano, y pese a las imágenes y a que necesitó asistencia hospitalaria, la mujer no quiso denunciar al monstruo.
Y aquí aparece lo que seguramente llamaremos próximamente, el “Efecto Donald Trump”, (EDT): la ciudadanía pedirá imitar al presidente electo estadounidense y exigirá la expulsión inmediata de malhechores extranjeros que…
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