Apareció para encabezar provisionalmente al PSOE Javier Fernández, el presidente de Asturias, y la alarma y disgusto con ese partido, que se había podemizado antes de que existiera Podemos, se convirtió en esperanzada calma para muchos españoles.
Antiguos votantes del socialismo que habían abandonado las urnas desde la segunda elección de Rodríguez Zapatero en 2008 dicen que volverían ahora: lo rige por fin alguien con sentido de Estado y de la historia, no cualquier botarate arribista fabricado con maquillajes entre espejos para ensayar el teatral método Stanislavski.
A estos exvotantes no los engañan demagogias, promesas incumplibles, populismos, radicalismos, ni la necesidad de efebos tan de moda dirigiendo la política.
No hace muchos meses numerosos analistas centraban el debate en la edad que deberían tener los jefes de los gobiernos, el anciano Rajoy frente a esos juveniles Sánchez, Albert Rivera y Pablo Manuel Iglesias. De ellos, el único con visión de Estado es Rivera. Los otros, dos chisgarabís…
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