Una de las muchas causas de que parte notable del PSOE quiera librarse de Pedro Sánchez es su conducta bronca y dictatorial dentro del partido, y pendenciera fuera, donde el ejemplo es la pérdida de las formas y de las medidas ante su antagonista Mariano Rajoy.
Los socialistas veteranos recuerdan que en política se guardan cortesías, entre ellas cierto respeto al opuesto; un ejemplo es el que se tuvieron el comunista Santiago Carrillo y el exministro franquista Manuel Fraga Iribarne.
Nunca había ocurrido algo así, ni siquiera cuando Alfonso Guerra azuzaba a Adolfo Suárez o a Fraga, porque lo hacía con ironía y sonrisas de complicidad.
Sánchez refleja, primero, rabia, y después, odio, sentimientos que detecta un electorado que, aunque deteste también a Rajoy, cree que el país no puede ser dirigido por alguien tan pendenciero.
Cuando uno carece de poder sobre los demás puede permitirse ese carácter, pero no le confía España a alguien igual…
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