“Walid Oudra, de 26 años, pasó de perder a su novia y su empleo a odiar la vida y querer matar a “infieles” para satisfacer a Alá”.
Una entradilla corta y precisa de Luis P. Arechederra sintetizaba cómo se hizo yihadista un inmigrante marroquí detenido este fin de semana en Madrid, donde, con otros dos marroquíes, quería atentar y asesinar, primero a judíos, luego a sufíes, una secta contemplativa musulmana, y finalmente a españoles comunes.
Walid estaba desesperado. Malvivía sin medios y ya no sabía qué hacer. Según las investigaciones policiales se encontraba desorientado y aislado del mundo, al que odiaba cada día más, cuando encontró a Abdessadek Essalhi, un fanático “que incendió su mente y lo captó para hacer la yihad”.
Obedeciendo a su líder del Estado Islámico, Yassin El-Mourabet, que difundía por Twitter sus órdenes, Essalhi se convirtió en consejero y…
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