Tres semanas antes de que se aprobara la Constitución en el referéndum del 6 de diciembre de 1978, un gurú político-religioso estadounidense llamado Jim Jones indujo al “suicidio revolucionario” con cianuro a sus 912 seguidores, aunque 303 de ellos eran niños que habían sido previamente asesinados.
Fue una inmolación colectiva de unos creyentes comunistas y cristianos a la vez que habían convertido en Cristo-Lenin a su líder.
Jones los había llevado en masa desde EE.UU. a Guyana, entre Surinam, Venezuela y Brasil, donde instaló su Templo del Pueblo y creó su Leningrado, Jonestown.
Quien se pregunte qué hay de común entre Jim Jones, su visión religiosa y política, y Artur Mas y la Cataluña independiente con los nacional-comunistas de su lista electoral, encontrará paralelismos, incluido el posible final: el suicidio colectivo del 27S, fecha cercana al aniversario constitucional.
Artur Mas afirma que en España, donde habitan él y sus fieles, no tienen un Paraíso y quieren crear su Templo del Pueblo en Arturmas-town, con las ventajas de estar en la Unión Europea…
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