(Esta crónica fue escrita antes de celebrarse las elecciones y es válida en gran parte, sobre todo a medio plazo)
Desde hace casi cuatro décadas las elecciones españolas se ganaban o perdían por una mezcla de esperanza económica y fidelidad a una idea, que en España es de centro, unas veces de izquierda, otras de derecha.
Hay una excepción, la de 2004, cuando, sin tener en cuenta la buena marcha de la economía se castigó al gobierno como disfraz del miedo colectivo tras la masacre islamista de los trenes de Madrid.
Antes, y aunque insistan el PP y José María Aznar, su precario triunfo de 1996 sobre Felipe González no se debió a sus denuncias por la corrupción anidada al alrededor de su gobierno, sino porque el paro estaba en el 22,91 por ciento y el país se hundía.
“I’ts the economy, stupid”, fue la frase con la que Bill Clinton lapidó en 1992 a George W. Bush, padre, y esa fue la motivación española, con excepción de la de 2004, porque también se repitió en noviembre de 2011 con el triunfo de Mariano Rajoy…
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