El próximo 30 de mayo debería resucitar, pero solamente dos horas, “S.E. el Jefe del Estado, Generalísimo Franco”, para sustituir al Rey Felipe VI, que tendrá que soportar afrentas a su figura y a lo que representa, una democracia libre y del primer mundo.
De volver, Franco sentiría nuevamente el entusiasmo que le entregaba la afición local a su dictadura, incluso muchos años antes de que ordenara cambiar las normas legales que impedían construir el actual Nou Camp y vender Las Corts para la especulación urbanística.
Un pelotazo que el mismo Franco le negó al franquista Santiago Bernabéu, que le había pedido la reclasificación del actual estadio del Real Madrid para vender los terrenos y construir en ellos viviendas, y levantar otro en las afueras de la ciudad.
Esas dos horas gloriosas, como las que Franco vivió presidiendo seis finales en Barcelona…
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