Había motivos urgentes para destruir a los yihadistas del Estado Islámico por quemar vivos, decapitar, torturar a muchos miles de personas, y hacer huir a millones.
Ahora, además, están destruyendo el legado de la historia y cultura de las que todos somos herederos.
Las ciudades sirias e iraquíes y sus joyas arqueológicas, estatuas, frescos de tres milenios, iglesias cristianas mucho más antiguas que el islam, bibliotecas con ejemplares únicos, están demoliendo todo; y nosotros, indiferentes.
Mientras, lamentamos la quema de la Biblioteca de Alejandría en 644, cuando el califa Omar, suegro de Mahoma…
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