La gente que vivió la Transición cuando moría el franquismo y nacía la democracia recuerda a quienes maldecían la dictadura de la que sus padres eran aún o habían sido grandes jerarcas.
Aquellos hijos del régimen iban colocándose como cuadros de los partidos nacientes, donde lograban prosperar y proteger a los suyos de posibles revanchas de las víctimas del pasado desde sus nuevas responsabilidades.
El fenómeno se recicla ahora, como si volviéramos a aquellos años 70-80. Los triunfadores de la Transición modernizan su casta esparciendo sin pudor a sus herederos, especialmente en Podemos, que dice renegar de tal práctica.
Su líder, el pequeño Pablo, es hijo de un militante del terrorista FRAP, bien situado luego…
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