Cuatro franceses fueron asesinados por los terroristas islámicos en una tienda kosher el pasado día 7 por ser judíos, un musulmán por ser un policía que estaba cerca del Charlie Hebdo, y las otras doce víctimas por blasfemar con sus dibujos contra Mahoma en ese semanario.
Con su vara de medir blasfemias los terroristas podrían eliminar en España a, por lo menos, la mitad de la población, porque en este país hay afición a ensuciar lo más sagrado entre exclamaciones injuriosas.
El castigo en España para estas expresiones, al menos durante el franquismo, llegó a ser de diez pesetas, y todavía deben quedar en las salas de espera de algunas estaciones de Renfe los carteles que señalaban esa multa.
Eran placas de hierro esmaltado con porcelana blanca y letras negras que ordenan “Hablad bien. La ley, la moral y el decoro prohíben la blasfemia”…
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