La autocrítica implacable a la que nos sometemos los españoles y nuestra poco interés por descubrir cómo es el resto del mundo ha puesto de moda la demanda de cambiar la Constitución de 1978 (CE) porque se ha quedado “vieja”, cuando los 36 años es una edad creativa y productiva, como la de los seres humanos.
Observemos la Constitución federal más admirada y antigua, la estadounidense de 1787, que lleva vigente 227 años, aunque en ellos recibió 27 retoques o enmiendas, igual que la española tuvo dos.
Una Constitución democrática es como una madre protectora de derechos y libertades, con sus defectos, que pueden corregirse con enmiendas según los tiempos históricos, que en España quieren imponer los independentistas.
Lo único que demanda una Constitución es que se aplique sin dudas ni cobardías en todo el país, y la española, al cumplir 36 años, se quebranta en algunas Comunidades…
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