Deben investigarse urgentemente uno a uno los errores científicos de las autoridades con los dos misioneros fallecidos por ébola en Madrid y con Teresa Romero, la auxiliar de enfermería contagiada, pero también debe recordarse que ella silenció su contacto con fluidos corporales de Manuel García Viejo, fallecido el 25 de septiembre.
Y deben exigírsele responsabilidades a todos por ordenar protocolos poco rigurosos para gente como Teresa y unas treinta personas más que atendieron a los fallecidos en el hospital Carlos III, anexo al de La Paz, de Madrid.
Los protocolos son eficaces en miles de casos como los que atienden Médicos del Mundo. Quizás no se siguieron aquí, pero hay otro mal más profundo, el de la descentralización de la sanidad española frente a los peligros generales…