El último ministro de Justicia de Zapatero, el catedrático Francisco Caamaño, se ha unido esta semana al magistrado progresista de la Audiencia Nacional (AN) José Ricardo de Prada para protestar contra la dureza de las penas que impone el Código Penal (CP) para muchos delitos, incluidos los de terrorismo.
Es una demanda humanista, bondadosa, que premia el odio que llevó a los asesinos a matar, sin recordar que la justicia nació para evitar la venganza de las víctimas.
Ningún familiar de los asesinados por ETA se vengó, incluso cuando se liberaba a multiasesinos tras unos pocos años de cárcel. ¿Quieren Caamaño y de Prada que las víctimas sean Fuenteovejuna, y se venguen todos a una?
El sistema penal español es blando. Tiene 300 de los 850 asesinatos de ETA sin resolver, y en la cárcel a solamente a 490 condenados, algunos con permisos de salida…
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