Que el chico de los recados y después dependiente de una tienda de ropa de La Coruña hasta los 36 años haya alcanzado la tercera fortuna del mundo a los 76 debería provocar admiración, pero quien lea en periódicos españoles los comentarios a esa información sobre Amancio Ortega descubrirá que en este país domina la mezquindad.
Donde no hay un afán de emulación de los mejores y se desprecia una historia de talento y esfuerzo sólo habitará la mediocridad y las miserias mental, social y económica.
Los comentarios en los medios de izquierdas sobre la noticia de que quien creó a los 36 años…
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