Comenzamos llamándole primavera árabe a las rebeliones contra las dictaduras socialistas de los países musulmanes del Mediterráneo, iniciadas en Túnez, pero todos han caído bajo partidos religiosos que se proponen volver, tarde o temprano, a las esencias de Mahoma en el siglo VI.
Ahora la lucha está en la dictadura más laicista de todos, Siria, donde existe una cierta libertad de conciencia de la que gozan los cristianos, el diez por ciento de los 22,5 millones de habitantes del país.
Una minoría, como lo es también la secta alauí, una rama chiíta del dictador, Bachir el-Asad, mucho más liberal que el chiismo de su aliado y protector, Irán.
El 74 por ciento de la población, que es sunita, aceptaba intimidada la secta de Asad, pero desde hace un par de años Al-Qaeda y los Hermanos Musulmanes han ordenado…
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