Tras la declaración de no culpabilidad por cohecho impropio de Francisco Camps y Ricardo Costa una masa de indignados sindicalistas, de partidos de izquierda y catalanistas, acosó en su casa al expresidente de la Generalidad valenciana en un acto de rabia y odio que recordaba las demandas de linchamiento.
En los primeros años del franquismo eran comunes esas escenas en las que masas de falangistas y nacionalcatólicos se manifestaban a la puerta de cualquier disidente que no había sido fusilado y lo acosaban exigiendo su cabeza, mientras sus hijos se escondían temblando de terror en los rincones más oscuros de la casa.
Quizás lincharon a alguien así, pero por lo general aquellas manifestaciones eran bravatas de cualquier jefe de Falange enloquecido y algún cura enfermo de fanatismo.
Producían un terror similar al de los nazis sobre los judíos cuando iban a cazarlos…
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