Debe reconocerse que el nuevo ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo tiene sentido del humor por contestarle bromeando “¡Gibraltar español!” a un amigo suyo, eurodiputado británico, que lo felicitaba por su nombramiento.
En España se le dio mucho mérito al ministro. Aparece como un patriota, un irreductible de la tricentenaria causa de reclamar la españolidad del Peñón.
Exigencia que durante el franquismo fue uno de los motivos de adhesión al régimen de gran parte del pueblo: lel deseo de devolución de esa “punta amada de todo español”, que “a mi patria te robaron”, decía la canción patriótica, cohesionó a los españoles más emotivos.
Pero muchos españoles que trabajaban en la Roca o comerciaban en ella no querían –ni quieren– cambio alguno, y en cuanto podían se hacían “llanitos”…
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