Este último domingo se veía en las televisiones el recibimiento con cánticos y vivas patrióticos de una enorme muchedumbre de napolitanos a la llegada del capo de la Camorra Angelo Cuccaro, salido de prisión tras cumplir varias condenas relacionadas con diez asesinatos.
Exactamente igual que aclaman en Euskadi a tantos etarras tras pasar por la cárcel. Cuccaro se parece bastante al diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano, de Bildu, aunque no lleva pendientitos.
Iba lentamente por el barrio de Barra en un Rolls-Royce descapotable blanco entre el gentío mientras una trompeta interpretaba su Eusko Gudariak, la música de “El Padrino”.
Agitaba los brazos, emocionado por el afecto de sus conciudadanos, que a grandes gritos exigían “¡Libertad y Dignidad!” para todos los patriotas de Barra.
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