Crónicas Bárbaras

Manuel Molares do Val

Mártires

En los últimos días fueron noticia tres acciones del fanatismo islamista: la ejecución a tiros disparados por un imán talibán, tras darle 200 latigazos por adulterio, de una musulmana embarazada y viuda, el asesinato de diez sanitarios de una oenegé cristiana que desde hace medio siglo ayudaban en unas aldeas afganas, y la huida de Irán del abogado que defendía a una mujer a la que la ley islámica ha condenado a ser lapidada.

Tres formas de las infinitas que hay de martirio, entendiéndolo como la pérdida de la vida y de la dignidad por no obedecer a la religión dominante.

Es lo que recibían los primeros cristianos en Roma hasta que Constantino permitió esa creencia en 313, a la que le dio una preeminencia que permitió que muchos cristianos se persiguieran entre ellos.

Desde hace muchos años eso ya no ocurre, pero el asesinato religioso se agudiza cada día más en el islam radical y jihadista, en el que se autoproclaman mártires los suicidas que mueren matando a quienes no comparten su fervor.

Son asesinos que en su supuesto martirio provocan el mayor número de víctimas entre los mismos musulmanes, como se comprueba en la web que sigue sus atentados desde el 11 de septiembre de 2001, The Religion of Peace, llamada así con sarcasmo.

Desde esa fecha el fanatismo islamista ha perpetrado 15.812 atentados con decenas de millares de víctimas, de las que cristianos –y los hinduistas, aunque ellos también matan por la religión, aunque no tanto—son minoría.

Sólo en el último mes de julio la jihad lanzó 32 ataques que produjeron 112 muertos y 212 heridos graves.

Hay, pues, mártires musulmanes igual que cristianos o judíos. Y los fanáticos que se llaman a si mismos mártires seguramente sólo son sádicos sexualmente enfermos: quieren encontrarse lo antes posible con huríes celestiales quizás porque las terrenales no se les dan muy bien

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Autor

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

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