Según los institutos privados de opinión Mariano Rajoy venció por poco a Rodríguez Zapatero en el debate sobre el estado de la Nación, pero el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), controlado por el Gobierno, dio vencedor con seis puntos de ventaja al primer ministro.

Este contraste deja serias dudas: la primera es sobre la función del CIS en investigaciones fácilmente manipulables a favor del Gobierno; la segunda es sobre el valor de las encuestas que, como se comprueba después, ayudan a crear precepciones equivocadas.

Obsérvese que, aunque con dos años de retraso, Rodríguez Z. sigue ahora lo que proponía Manuel Pizarro, del PP, en su debate antes de las elecciones de 2008 con el socialista Solbes, y que según el CIS había ganado contundentemente el entonces ministro.

Y es que Z. ha subvertido el programa por el que lo eligieron. Obediente a la UE, EE.UU. y hasta China, ha abandonado su supuesto progresismo y sigue únicamente las leyes del capitalismo.

Es como si hubiera anunciado que llevaba el país a la Antártida y, sin más, decidiera ir al Ártico, que es lo que exigía el PP.

Pero Rajoy no saca gran ventaja de este cambio tan radical, lo que plantea interrogantes sobre su figura como líder político, porque su mensaje no parece penetrar en la gente.

Quizás porque fue, o a pesar de ello, el ministro más polifacético de Aznar: rigió cuatro ministerios muy diferentes y una vicepresidencia.

Moderado en las formas, los suyos le piden “¡Dale caña a Z.!”, como haría la hoy invencible Esperanza Aguirre.

Pero quizás no sea boxeador de dejar KO, sino de los que golpean hasta agotar al contendiente.

Lo misterioso es que el otro se mantiene en pie, y parece ganar algún round, aún tambaleándose.