Tuvo que venir el vicepresidente norteamericano, Joe Biden, para proclamar en Madrid, en los cuarteles de la Bandera Paracaidísta Roger de Lauria, su admiración hacia “esos verdaderos guerreros”, los 400 soldados españoles que marchaban poco después hacia Afganistán “para combatir valientemente contra Al Qaeda”.

Al lado de Biden escuchaba desconcertado este dircurso José Luís Rodríguez Z., el que gritaba “No a la guerra”, el que retiró las tropas españolas no combatientes de Irak, y que oculta ahora que los mismos soldados tienen que matar y morir a veces en la guerra de Afganistán.

“Cuando los soldados americanos pueden elegir quienes los acompañan en combate quieren que sean unidades valientes como esta”, halagó Biden a los paracaidistas.

Zapatero parecía desconcertado. Aunque no entiende inglés, algo intuía. Lógico: hay noticias sobre Afganistán que acusan a los españoles de cobardía y de nulo apoyo a sus aliados.

Abundan los bolgs de soldados americanos con esta denuncia, aunque algunos, muy pocos, advierten que los españoles quisieran intervenir, pero que es su Gobierno quien les ordena huir de los enfrentamientos.

En este contexto podría analizarse la apelación de Joe Biden al orgullo de los que van a los campos de batalla. Y como un reto a la dignidad del socio, el primer ministro español.

La arenga, realmente, fue un misil contra quien envía soldados para esconderlos y evitar que combatan por temor a perder popularidad si aumentan las 93 bajas actuales relacionadas con Afganistán.

Biden, que antes de ser vicepresidente denunció a Z. en el Senado estadounidense por sentarse ante su bandera en 2003 en un gesto insultante, quizás haya querido darle una lección poniéndose “firmes” ante los paracaidístas con un discurso que el pancista leonés ni se imagina que es la base que sostiene el poderío estadounidense.