Observemos Europa, vieja dama decadente cuyos hijos enriquecieron el mundo con sus descubrimientos, trabajo y sabiduría, y cuyo futuro, a pesar de su pasado muchas veces brutal, prometía ser fructífero e ilustrado.

No será así sin una nueva unidad y la renovación del pensamiento general, hoy adormilado. La sociedad de nuestros nietos será peor que la nuestra.

Esta Europa hoy estéril había emergido fuerte tras la II Guerra Mundial para crear un área próspera, en la que estaba España bajo una dictadura derechista, y otra área, la de mayor superficie, que padeció el empobrecedor y terrorífico dominio comunista hasta los 1990.

Todos libres ahora, la capacidad de generar ideas y niños ha ido agotándose. Sólo los inmigrantes de culturas, a veces medievales, crecen demográficamente.

Los europeos envejecen y el lejano Oriente renace joven. Atrae inversiones. En 2030 la vanguardia del desarrollo tecnológico estará entre aquella zona asiática y América. El Pacífico será crucial, no el Atlántico.

Esto es lo que señala un informe que acaba de presentarse a la UE sobre su futuro, encargado en 2007 por la Comisión Europea a doce “sabios”, personalidades políticas, sociales y empresariales continentales, presididas por Felipe González.

Creyentes del calentamiento global, recomiendan la energía nuclear, solicitan el ingreso urgente de Turquía en la UE y alertan sobre las amenazas del terrorismo, el crimen organizado y la proliferación de armas de destrucción masiva en países inestables.

Con Turquía y sus ochenta millones de habitantes reislamizándose aceleradamente, abandonando el laicismo y prolíficos, sorprende que se proponga vehementemente que Europa se le entregue como Constantinopla en 1453.

Los “sabios” piden refundar Europa, pero dada la natalidad y el espíritu de sus líderes estilo Zapatero, pensemos seriamente en emigrar al futuro, a Asia.

Adiós, Europa, Hola, China.