Crónicas Bárbaras

Manuel Molares do Val

Semana de penitentes

La celebración de la Semana Santa nació para recordar la pasión y muerte de Jesús, pero en España el tiempo fue añadiéndole iconografías y adornos tan efectistas que ahora el forastero que ve por primera vez sus procesiones y demás manifestaciones públicas de fe cree menos en la espiritualidad de los penitentes que en su carácter dramáticamente ostentoso, concentrado en exhibir su propia imagen dolorosa.

Tanto, que el espectáculo de la Semana Santa española se anuncia como atracción turística. Como las playas, los toros o las casas rurales. Más que una aventura espiritual, como el Camino de Santiago.

Se habla de la sobriedad de las procesiones castellanas, del colorido de las andaluzas, de la solemnidad de las norteñas. Y en ningún lugar que no sea España, Hispanoamérica o Filipinas, se verá algo parecido: esta Semana Santa no parece pertenecer al común de la cristiandad.

Los turistas quedan asombrados cuando ven hombres, mujeres e incluso algunos niños encadenados o bajo unas caperuzas o peinetas y mantillas.

Banqueros, políticos, obreros en paro y los patronos que los echaron, amas de casa, maestras o costureras, todos, democráticamente penitentes durante unas horas.

Pero, después, las buenas personas no serán más santas, ni las malas se volverán buenas, como debería ocurrir tras la transmutación ritual. No: sólo siguen una tradición a la que se unen también los ateos.

En algunas partes los penitentes se autoflagelan y hieren hasta desgarrarse las carnes. En Filipinas hay fieles que se crucifican durante unas horas.

El chiismo tiene un rito de sangre parecido, la Ashura. Convoca hasta a dos millones de fieles en Kerbala.

Muchos penitentes se hieren evocando la batalla allí entre facciones islámicas, año 680 d.C., en la que murió peleando el imán Hussein, para ellos el sucesor de Mahoma.

Teniendo en cuenta que para muchos cristianos, incluyendo católicos, estas celebraciones son muestras relativamente tardías de paganismo, quizás los chiítas las imitaron para aplicarlas a su Hussein, o quizás fueron los españoles los que aprendieron de los chiítas en Al-Andalus…

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Autor

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

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