Crónicas Bárbaras

Manuel Molares do Val

Arte para el genocidio

Como mensaje contra los judíos, no contra su Dios o creencias, la escultura “Stairway to Heaven”, Escalera al cielo, expuesta en ARCO, es paradigmática: el joven Eugenio Merino muestra a un musulmán inclinado orando; sobre él, oprimiendo su espalda, reza arrodillado un sacerdote cristiano; y en pié, sobre los hombros del cura, un rabino con levita, sombrero, barbas y trenzas, se enseñorea sobre ellos.

Una idea manida: acusándolos de pisotear a los demás, como este rabino, se exterminó el siglo pasado a seis millones de judíos.

Vuelven estas iconografías que condujeron al Holocausto, y nadie recrea escenas reales de Hamas o Hizbulá con sus saludos nazis, niños-bomba o sus hombres-explosivo que revientan poblaciones civiles y que matan más a su propio pueblo que los israelíes defendiéndose.

Pero se paga bien provocar odio contra los judíos zaheridos y perseguidos, y por extensión, contra Israel, un Estado que se protege del exterminio: esta obra hiperrealista, de resina y verdadero cabello humano, se vendió por unos 60.000 euros.

Pero, atentos: estas expresiones antijudías se acompañan de ataques crecientes contra lo cristiano y de loas al islam, presentado como víctima, igual que el musulmán de esa escultura.

Es una incitación al suicidio de nuestra civilización racionalista, judeocristiana y grecorromana: en occidente serpentea un complejo de culpabilidad autodestructivo, enemigo de Las Luces, que lo hace sentirse opresor del islam en una actitud justificadora del extremismo islamista.

Necesitamos halagar a los islamistas porque les tememos. Queremos que se compadezcan de nosotros. Les decimos que cristianos y musulmanes estamos sometidos al judío, como sintetiza la escultura de Merino.

Pero es el mundo islámico el único que actualmente se explota y mata a si mismo. Tanto, que su medio centenar de países son brutales teocracias y dictaduras, con una rara y un tanto dudosa excepción, Turquía.

De todas maneras debe defenderse toda manifestación artística aunque incite al crimen y al suicidio, y sea mediocre.

Pero es imprescindible que se haga previamente con la denuncia y el reproche social generalizados, para que quien no vea su maldad pueda descubrirla: esa es la esencia de la libertad informada y formada.

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Autor

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

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