A ver qué dicen ahora quienes le declararon su amor a Barack Obama porque era un pacifista, antinuclear y multilateralista en las relaciones internacionales, ajeno al imperialismo estadounidense.
Decía Zapatero “No se trata de lo que Obama pueda hacer por nosotros, sino de lo que nosotros hagamos por Obama”, imitación de Kennedy: “No se trata de lo que América haga por nosotros, sino de lo que nosotros hagamos por América”, mantra que recitan muchos niños en EE.UU.
Con 30.000 nuevos soldados de refuerzo, Barack Obama tiene ya 100.000 combatientes en Afganistán que luchan encarnizadamente contra los talibanes, lo que niega su pacifismo inocentón y suicida.
Y ahora, cuando Rodríguez Z. presumía de que Obama imitaba su odio a la energía nuclear y juraba su amor a la fotovoltaica y a los molinos de viento como motores del mundo, el dios de la New Age concede 8.300 millones de dólares para construir dos reactores nucleares, los primeros de una serie que llenará EE.UU. de estas centrales.
Para los autoproclamados progresistas, pacifistas y ecologistas, Barack Obama ha resultado un traidor a las ideas por las que fue elegido.
Pero, visto desde España, ha resultado peor porque Z. lo había convertido en un mito, en la manifestación semidivina de la Nueva Era de Acuario.
Y en todo lo demás también está resultando muy distinto a lo esperado. Sólo un ejemplo: negocia con Arabia Saudita que incremente la producción petrolífera por si ataca instalaciones atómicas iraníes, algo muy ajeno a la Alianza de Civilizaciones de Irán con Zapatero.
Y con el multilateralismo, otra decepción: Obama ni siquiera le presta atención a la cumbre UE-EE.UU, y cada día se interesa menos por la ONU.
Sólo se centra en la OTAN, en “la guerra justa”. Finalmente, otro Bush.
