Crónicas Bárbaras

Manuel Molares do Val

Vudú haitiano

Pisoteando los 200.000 cadáveres que posiblemente hay en Puerto Príncipe, millares de haitianos se han lanzado al pillaje, acto que para unos es depredación delictiva, y para otros fruto de la ira provocada por la tardanza de las ayudas internacionales.

Los segundos disculpan a quienes atracan a otros damnificados y más que para robar alimentos, para conseguir productos de consumo: televisores, equipos de música o juegos electrónicos.

El sistema de vida de las sociedades ricas se ha impuesto como modelo para muchas pobres, con gente desesperada porque su existencia no es como la que ve en el cine.

Pero sólo se accede al nivel deseado abandonando las creencias enemigas del progreso, las supersticiones, y después, con trabajo, mucho trabajo.

Haití tiene nueve millones de habitantes. Aunque teóricamente el 80 por ciento son católicos, la mitad practica el vudú, cree en los zombies, y cerca del 85 por ciento ayuda con santería a sus credos.

Es un pueblo mayoritariamente fatalista, amedrentado, supersticioso, sometido a la hechicería, al pavor al más allá y al más acá de maldiciones, brujerías y ritos mágicos. Y así, no se sale de la miseria y del subdesarrollo.

Del lado más fanáticamente cristiano hay quien aprovecha las desgracias haitianas para proclamar que son consecuencia de los cultos satánicos, otra superstición que muchos creen en países avanzados al comprobar que una sociedad dominada por el vudú siempre será desdichada, olvidando que vive en una zona de frecuentes terremotos.

Y los multiculturalistas, para los que todas las culturas son igualmente defendibles, en este caso están callados porque temen que los califiquen de políticamente incorrectos y racistas si reconocen la verdad.

La verdad es que sin la Ilustración, las pasiones son incontrolables y lógicamente surge el pillaje de lo que irracionalmente se envidia.

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Autor

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

Manuel Molares do Val

Natural de Vigo/Pontedeume, Galicia, trabajó para la Agencia EFE como corresponsal permanente en México, Bélgica, la República Popular China --el primer peridista español destinado allí--, y EE.UU. Fue enviado especial en todo tipo de acontecimientos en los cinco continentes.

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