Obama: «Me siento abrumado por los retos que nos aguardan»

Obama: "Me siento abrumado por los retos que nos aguardan"

(PD).- Doce días antes de su toma de posesión como presidente de Estados Unidos, Barack Obama ha concedido una entrevista a The New York Times en la que alerta sobre el trágico error que puede ser el exceso de confianza en estas circunstancias y apuesta por medidas audaces para «evitar lo peor». Obama, a diferencia Zapatero, no se atreve a decir que la economía crecera en la segunda mitad de 2009: «De lo único que estoy seguro es que, si no hacemos nada, las cosas irán peor».

La entrevista se la hizo John Harwood y ha sido emitida por la cadena CNBC.

Pregunta. Una de las cosas a las que más dinero va a destinar en cuanto tome posesión de su cargo de presidente es al paquete de estímulos económicos. Alrededor de 775.000 millones de dólares, según parece.

Respuesta. En efecto.

P. Sus asesores repiten que el peligro es quedarse cortos en la financiación de esos estímulos, no pasarse…

R. Sí.

P. Entonces, ¿por qué 775.000 millones? ¿Por qué no llegar a los 1,2 billones de dólares como han recomendado algunos economistas? ¿Cree que la cifra del billón de dólares tiene demasiada carga política para rebasarla? ¿O que un mayor gasto sólo beneficiaría a grupos especiales, en lugar de servir de estímulo? ¿O cree que ha descubierto exactamente el volumen de estímulo que se necesita?

R. En primer lugar, hay que resaltar que todos los economistas, tanto conservadores como progresistas, están de acuerdo hoy en que necesitamos un plan de recuperación importante para ayudar a poner en marcha de nuevo la economía, que a corto plazo va a costar mucho dinero, pero que siempre será mucho menos que el que nos supondría el dejar que la economía prosiga en la espiral de deterioro que ha emprendido. Hemos visto cantidades que van desde los 800.000 millones hasta 1,3 billones, y nuestra postura es que, dado cómo es el proceso legislativo, es mejor comenzar por abajo y ver cómo evoluciona la situación. Estamos preocupados…

P. Van a aumentar las dotaciones.

R. No lo sabemos todavía. Lo que nos preocupa ahora es asegurarnos de que el dinero se gaste con prudencia, que esté supervisado, que haya transparencia. Vamos a emplear este dinero para dar un impulso temporal a la economía, para crear o salvar tres millones de puestos de trabajo, pero también para hacer los pagos iniciales de cosas que se deberían haber hecho en los últimos decenios y que pueden ayudar a crear una economía más competitiva en Estados Unidos.

Ejemplos: asegurarnos de multiplicar por dos las energías alternativas y hacer que nuestros edificios y nuestros transportes sean mucho más eficientes, asegurarnos de reducir el coste de la sanidad mediante el empleo de tecnologías de la información sobre salud, construir unas escuelas de primera categoría para que nuestros hijos se beneficien de ellas y puedan competir en la economía mundial. Es decir, lo que queremos hacer es asegurarnos de que todo el dinero se gaste, primero, en crear empleo, en estabilizar la economía, pero también que se utilice con prudencia para que, cuando salgamos de esta racha en la que estamos, podamos ver una economía más fuerte, mejor, más eficaz.

P. Se han mencionado muchos paralelismos entre usted y John F. Kennedy, que también hizo historia, llegó con una familia joven y atractiva, como la suya, y reunió a un montón de cerebros de Harvard al comenzar su mandato.

R. Es verdad.

P. Durante los años sesenta aprendimos que los mejores y más brillantes no siempre aciertan.

R. Hay que tener cuidado con esos tipos de Harvard. Se quedan siempre contigo.

P. ¿Hasta qué punto confía en que su plan va a funcionar, y cómo evita el peligro de creérselo demasiado?

R. Creo que la estrategia que hemos adoptado es no hablar sólo con los de siempre, sino también con personas que tradicionalmente no están de acuerdo conmigo. Cuando hay antiguos asesores económicos de Ronald Reagan, antiguos asesores económicos de John McCain y antiguos asesores económicos de George Bush que dan consejos similares a los de los asesores de Bill Clinton y Jimmy Carter, da la impresión de que existe cierto consenso en todo el espectro político.

Las cosas no van a solucionarse de la noche a la mañana. Es una situación difícil y sabemos que, por mucho que hagamos en materia de reinversión y recuperación, vamos a tener que hacer otras cosas para mejorar la economía. Una de las cosas fundamentales será reformar el modo de funcionamiento de nuestros sistemas financieros. Necesitamos que el crédito vuelva a circular. Eso significa restablecer la confianza, restaurar la transparencia del sistema. Significa reformar por completo nuestros marcos reguladores, y ése será un gran paquete de medidas que daré a conocer durante los próximos meses. Significa que tenemos que abordar con mucha más seriedad la crisis inmobiliaria y estabilizarla. Significa que vamos a tener que pensar en cómo abordar la responsabilidad fiscal.

Por eso he anunciado hoy la designación de un supervisor que llevará a la práctica mi compromiso de campaña de examinar el presupuesto federal partida por partida, página a página, para ver qué programas funcionan y cuáles no y eliminar los que no estén funcionando y mejorar el rendimiento de los que tenemos. Es decir, se trata de un ataque en muchos frentes contra la tremenda crisis que estamos viviendo.

El objetivo a largo plazo es asegurarnos de que estamos salvando y protegiendo puestos de trabajo, que las empresas y las familias estadounidenses pueden volver a beneficiarse de los créditos. No quiero intensificar la intervención del gobierno a largo plazo. Preferiría que fuera el sector privado el que estuviera haciendo todo esto. Pero tengo la impresión de que existe un consenso, incluso entre gente que no lo manifestó así con su voto, de que necesitamos emprender medidas audaces para evitar que ocurra lo peor.

P. ¿Le preocupa pecar de exceso de confianza?

R. No, me siento abrumado por los retos que nos aguardan. En lo que sí tengo confianza es en que sé escuchar, se me da bien sintetizar los consejos que me llegan desde puntos de vista muy distintos y desde luego vamos a tomar las mejores decisiones posibles desde la perspectiva de beneficiar al ciudadano de la calle.

P. Ayudas al ciudadano de la calle y a sectores como el automóvil, los seguros y el financiero como las que se han dado en los últimos tiempos… ¿Cuándo cree que llegará el momento de empezar a pensar en la responsabilidad fiscal a largo plazo?

R. Lo primero, decir que no vamos a hacer una cosa después de otra, sino que vamos a seguir vías paralelas. Voy a elaborar un presupuesto que se presentará al Congreso en febrero y ese presupuesto incluirá proyecciones a medio y a largo plazo, además de las más inmediatas, de las previstas para el corto plazo.

P. ¿No le preocupa el incremento que estas medidas van a aportar a un déficit que ya es muy elevado?

R. Sí, sin duda. Pero lo que me interesa destacar es que no vamos a esperar hasta dentro de dos años y entonces empezar a preocuparnos de lo que vamos a hacer con el déficit. Queremos ver qué podemos hacer ahora y empezar a invertir la tendencia hacia un déficit menor. Mi principio esencial es que cuando empecemos a ver que el sector privado vuelve a prestar dinero, que el crédito empieza otra vez a circular hacia las familias y las empresas, cuando veamos que pueden obtener préstamos para comprar el coche, respaldar las hipotecas, y que el mercado de trabajo se ha estabilizado, entonces estaremos dispuestos a retirarnos. Y por eso va a ser muy importante vigilar con atención los progresos que hagamos.

Pero debe quedar claro que los cálculos más precisos de los que disponemos en estos momentos dicen que, pese a todo el enorme esfuerzo que vamos a hacer, la perspectiva de desempleo va a seguir siendo muy alta. Salvo que no será de dobles cifras, como podría ser si no hiciéramos absolutamente nada. Y quizá tenga que pasar la mayor parte del próximo año antes de que la economía empiece a recuperar el rumbo debido.

P. ¿Crecerá la economía de EE UU en la segunda mitad de 2009?

R. Bueno, no tengo una bola de cristal. Pero hay algo de lo que estoy seguro. Si no hacemos nada, las cosas irán mucho, mucho peor. Con el plan que tenemos, saldremos mejor parados que sin él. Y tengo confianza en que podemos crear o salvar tres millones de puestos de trabajo. Ya hemos perdido por lo menos dos. Y, si empezamos a ver la pérdida de tres, cuatro, cinco millones más el próximo año, ésta será una crisis como no hemos visto desde hace mucho, así que vamos a cortarla de raíz.

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