Ante la crisis medioambiental hay propuestas sensatas, alcanzables y comprometedoras a tener en consideración.
La crisis económica que padecemos además de desenmascarar la avaricia y la doble moral imperantes ha puesto de manifiesto un comportamiento irresponsable ante la naturaleza. Y ha generado una crisis medioambiental, derivada del hecho de que estamos consumiendo los recursos del planeta de forma mucho más rápida que su renovación. ¿Acaso no deberíamos cuestionarnos cómo contribuir como cristianos a hacer de este mundo un lugar más sostenible?
Hay datos que constatan que la temperatura del planeta está aumentando. Algunos sostienen que no es un proceso natural, sino consecuencia de la acción del hombre y una amenaza para la sostenibilidad del planeta. Hay, también, personas y organizaciones que descalifican esas interpretaciones y las tildan de alarmistas y catastrofistas. ¿Por qué?.
En el Deuteronomio Dios dice a su pueblo: “pongo ante ti la vida y la muerte; tarea tuya será elegir”. En muchas ocasiones hemos elegido la muerte.
¿Qué dirán de nosotros las generaciones futuras? ¿Nos considerarán la especie problemática que hizo naufragar el barco de la vida? ¿O la generación que por fin recobró el juicio y logró dar un golpe de timón?
En España pagamos una alta factura por el petróleo y gas que debemos comprar fuera. Y se ponen multitud de trabas a las energías renovables que son limpias, sostenibles y producidas en España. ¿Cómo se explica?
El Papa Francisco nos ha interpelado a ser custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza. La naturaleza es un capítulo importante en la vida de los pueblos.
Son numerosas las encuestas en las que se detecta que un porcentaje importante de encuestados cree que el calentamiento global es solamente una teoría que no ha sido probada; que el cambio climático es un ciclo natural y que el crecimiento económico es prioritario, incluso si éste va en perjuicio del medio ambiente. ¿Es eso cierto o es que desconocen la realidad?
¿Hay, de verdad, un problema ecológico? ¿En qué medida debe preocupar y ocupar a las religiones?
Tras casi diez años de litigio, finalmente la multinacional y todopoderosa Shell ha sido condenada a reparar el daño que provocó al contaminar en 1970 un terreno de más de 250.000 hectáreas en el delta del Níger. Deberá compensar a una comunidad local con 82 millones de euros.
Sábado, 21 de abril