Cajón de Sastre

Rufino Soriano Tena

De qué va el rollo hodierno.

(u “Ojalá que cuando lo hayan visto, lo den por bien quisto”).

No crean vuesarcedes que esto de llevar setenta y dieciséis años consumiendo oxígeno en territorio español como le ocurre a mi señoría, le autoriza a uno a decir que domina íntegramente la lengua oficial del país de referencia, o sea, el español, porque de vez en cuando -y a veces con excesiva frecuencia– hasta los más sabios, como es el caso de este famoso autor-, reconozcan que la verdad hay que decirla, aunque en ocasiones adolezca socialmente de ser una inmodestia, es decir, que cuando se es sabio, no cabe duda de que a los ignaros (que alguno habrá entre vuesarcedes) les sabrá a cuerno quemado que se diga paladinamente: otrosí, si se mienta, por añadidura, lo de “famoso autor”, pero reconozcan que, en estos casos, casi la única solución, para los que desconocen saberes y pasan por seres desapercibidos, está en el clásico “a-jo y a a-gua”. Está claro, ¿a que sí?

Y es que, entre otros inconvenientes, tal vez lo peor del jodido castellano o español -refiérese mi señoría al idioma, por supuesto– es la polisemia, que no es la poli o policía semi-autonómica, como erróneamente pueden pensar algunos leedores que se las dan de listillos. No. La polisemia es “la pluralidad de significados de una palabra o de cualquier otro signo lingüístico” (de poli-1 y el gr. σῆμα, significado), como quiere y manda el DRAE, es decir, el diccionario de la Real Academia Española, que tanto mola.

Para que vuesarcedes sepan de qué va el rollo de hoy, es que contarles quiere mi señoría, cómo a pesar de la sabiduría con que me dotó la naturaleza y la excelente prosa con que acostumbro a manifestarme en mis escritos (bueno, excelente prosa y excelentes y sonoros versos. Que hay que ver qué ´versazos´ garabateo cuando me pongo a ello. ¡Cómo!, ¿que no conocen versos míos? Me extraña, porque vengan a cuento o no, con ocasión o sin ella, tanto oportuna como inoportunamente, al primero que se me pone a tiro le endilgo, encajo o endoso algunas rimas de las que atesoro en mi ´ripioteca´ particular, y hay que ver el efecto que les causan a mis interlocutores. Y como testimonio de lo que les acabo de contar, voy a cerrar el paréntesis, que creo que sigue abierto . Pues lo cierro, y les ofrezco una de esas perlas literarias que para él habría querido don Lope de Vega, sin ir más lejos, para estimular la lectura de sus propias obras; les ofrezco, itero o repito, una de esas perlas literarias con las que este modesto escritor motiva a vuesarcedes a la lectura de sus propias creaciones, que parece mentira que uno pueda darle a la tecla del ordenador con tanta gracia y salero). No, si es que, aunque no quieran, a endilgarles me dispongo, una vez más, los versos a que referido me heojo con la ortografía de estos dos últimos vocablos, pues se corre el riesgo de que se confundan con uno solo, al que atribuírsele podría connotaciones mingitorias!), rogándoles, cómo no, que no se den por aludidos, pues que si a la lectura de estas rimas acceden, mi anatema no les castiga, y es que ya me leen. Vean si no, lo que dicen los ripios en cuestión: “Que quien a mi no me lea / con gran afecto y fruición, / si es mujer, será… muy fea; / si es hombre, será… un felón”. ¡Con perdón!

Ya sabe uno que siempre habrá alguien que se sienta indignado y diga, tras la lectura que de esos mis bellos versos haga, que parece mentira que este modesto escribidor se ´autoinciense´ con tan poco recato; que los ripios que les brindo son los mismos de siempre; que habrá que ver si el contenido de mi ´ripioteca´ particular de la que hablo es tan abundante como mi señoría sugiere y algunos pueden pensar Y, sobre todo, no faltará quien se pregunte que, con tantos ditirambos y diatribas, de qué demonios va la parla hodierna, ya que, pese a la promesa que uno hizo líneas arriba -o sea, ´ut supra´, como a mi me gusta decir para presumir de culto ´latiniparlante´ ante vuesarcedes; pese a tal promesa, este es el triste instante en que aún no he dicho de qué iba a tratarse en este comento, cuando ya agotado se ha el espacio que se estima adecuado para leedores de la calaña y edad de vuesarcedes, y así no saltar esa línea roja que delimita la frontera de lo no letal, si autores tan plúmbeos como el que suscribe siguiera o, por mejor decir, siguiese dándole a las teclas. Que, ¿de qué, a tratarse iba, hoy, en esta insigne parleta? Pues de lo que se ha tratado, ¡puñeta! ¿O no?

11-03-2014.
P. d. Quise decir, aunque dicho no lo he hasta el final (y con hechos, que no con palabras), que después de ochenta y seis tacos (de almanaque) de existencia en este mundo cochino -que no es poco, óiganlo vuesarcedes– acontece que, con harta frecuencia, tópome aún, o todavía, con palabras, de mi lengua nativa, cuyo significado desconozco. Es de ello de lo que me lamento hoy. Y no es solo por la polisemia, pues que también influye lo suyo la sinonimia (del lat. synonymĭa, y este del gr. συνωνυμία) o “circunstancia de ser sinónimos dos o más vocablos”, con lo que, por fas o por nefas, se complica la cosa ´ad nauseam´. Y no digo amén, que sería “así sea”, sino algo peor: “así es”.

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Autor

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

Rufino Soriano Tena

Licenciado en Ciencias Químicas por la Universidad de Granada y Licenciado en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad Comillas (ICADE) de Madrid

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