Los nacionalismos son una fuente constante de conflictos. El afán de singularizarnos, de ser únicos, de creernos superiores... afecta a personas y a pueblos. La historia es rica en estos conflictos que enfrentan, dividen, parten el alma deseosa de paz y armonía. Pidamos que el Espíritu de Jesús nos ayude a superarlos, diciendo: “tu Espíritu nos une al mismo Padre”.
Por la Iglesia:
- que sea fermento de entendimiento y de paz;
- que promueva el diálogo y el respeto a todos.
Roguemos al Señor: “tu Espíritu nos une al mismo Padre”.
Viernes, 22 de febrero