Oído cocina, va el montaplatos, por J.C.Deus

montaplatosUna pieza de intriga en un ambiente opresivo entre dos personajes anómalos. ‘El montaplatos’ es la tercera de las 32 piezas teatrales que escribiera el premio nobel Harold Pinter. Una obra primeriza, influída por el cine negro y por Samuel Beckett, en la que los dos únicos personajes son asesinos a sueldo de una organización criminal a punto de cumplir otro trabajito. Pero podrían ser personas corrientes como luego sería la tónica en sus obras. Marionetas cuyos hilos mueve un poder oculto. Una adaptación a mayor gloria de dos actores y un director consagrados, una obra sin dificultades, bien resuelta, entretenida y con cierto aire intelectual.

Ben y Gus son dos asesinos a sueldo escondidos en un sótano esperando que les avisen de la llegada de la persona desconocida que va a ser su víctima. Pero esta vez las cosas discurren con ligeras anomalías en relación a lo habitual, hasta que irrumpe en escena un tercer personaje protagonista, un montaplatos a través del cual comienzan a recibir desde el piso superior encargos de menús muy variados imposibles de satisfacer, lo que parece sugerir que ese sótano habría sido la cocina de un restaurante. La cocina ya no existe, pero ¿existe todavía el restaurante en el piso de arriba?

guillermo_toledoUna trama con algunas lagunas de partida, atribuibles a la bisoñez del autor entonces, y ciertas incongruencias en sus diálogos, traducida y adaptada con algún altibajo y la sobrante y habitual dosis de tacos. El absurdo de esta relación a través del montaplatos, que desciende con sorprendentes encargos de menús exóticos a los que los dos pistoleros responden de forma no menos ridícula, aumenta las tendencias paranoicas de los personajes, su tensión por mantener la calma con el temor creciente a una situación que les desborda. El desenlace insinúa levemente una respuesta lógica para tan incomprensible episodio, una respuesta que no adelantamos, pero también deja las puertas abiertas a la aceptación de lo evidente, que no sabemos casi nada de las causas de lo que nos ocurre a lo largo de la vida, especialmente en lo momentos importantes.

Alberto San Juan hizo ‘Traición’ de Harold Pinter este mismo año en la Sala Pequeña del Español junto al actor británico Will Keen bajo la dirección de María Fernández Ache. Todo indica que quedó prendado de las posibilidades teatrales del nobel británico y ha elegido para insistir bajo su influjo este ‘The Dumb Waiter’, una pieza ‘menor’ de Pinter escrita en 1957. Una pieza muy representada fuera y dentro de España. Un vistazo a la selección oficial de producciones de la obra, incluye tres británicas y doce extranjeras.

alberto_san_juan‘The Dumb Waiter’ se programó en abril en Exeter y en junio en el mismo bulevar de Santa Mónica, en Hollywood. Más cerca de nosotros, ese mismo mes la puso en escena en Valencia la compañía argentina Escena Cero. Y todavía más cerca, en noviembre pasado, ha sido presentada por la compañía andaluza APO Teatro en Málaga, y simultáneamente dirigida y adaptada por Tamzin Townsend en el Teatro Lagrada de Madrid. ¿Por qué esta insistencia, por qué esta vez los pobladores de Animalario llegan los últimos a una cita tan concurrida? Que no sea signo de falta de ideas, de falta de ambiciones.

Para Andrés Lima ha sido pan comido una vez resuelta satisfactoriamente la presencia misteriosa del montaplatos. Todos los ingredientes -escenografía, iluminación, sonido- se combinan acertadamente buscando máxima proximidad a un número abultado de espectadores. Algunos recursos son discutibles -la excesiva duración del prolegómeno a oscuras, la potente linterna que esgrime Ben- y hay escenas muy logradas, como la que se inicia con el contenido de la mochila de Gus, o aquellas en que empuñan las pistolas temblando de nervios.

Se ha elegido presentar a los dos sicarios más estilo medellín que estilo chicago. Ben es el que manda en el dúo, el que parece saber más del encargo, el que aparenta estar más seguro de sí mismo, pero el más inestable emocional y mentalmente, un tipo de persona abundante en la vida corriente. Alberto San Juan lo resuelve con una fuerte inspiración en Robert de Niro y sus celebradas interpretaciones de mafiosos y zumbados. Gus aparenta ser más débil y menos estable pero en el fondo plantea las preguntas justas, y aunque se ve obligado a obedecer, se hace respetar enseñando de vez en cuando los dientes. Al contrario que su compañero, nada indica que se gane la vida matando por encargo, sería un buen pinche de cocina en ese restaurante ficticio en el que parecen haberse metido. Guillermo Toledo lo representa con absoluta naturalidad, yendo de sí mismo, quizás la mejor manera de hacerlo; lleva bastante tiempo sin hacer teatro y éste parece que va a ser un gratificante retorno a las tablas.

Ambos todavía estaban algo verdes el día del estreno. Conforme avancen las representaciones todo indica que pueden protagonizar una pareja sino memorable por lo menos sobresaliente. Andrés Lima cita a Ionesco para resumir la pieza: «La vida del hombre es absurda, su tragedia ridícula». Es una obra fácil, sin complicaciones y agradecida, que el público va a disfrutar holgadamente.

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Interés, 7
Versión, 7
Dirección, 7
Interpretación, 8
Escenografía, 8
Producción, 7

TEATRO ESPAÑOL
Naves del Español – Sala 2
‘El montaplatos (The Dumb Waiter)’, de Harold Pinter
Del 19 de enero al 11 de marzo de 2012

Dirección, Andrés Lima
Con Alberto San Juan y Guillermo Toledo

Traducción Alberto San Juan
Escenografía y Vestuario Beatriz San Juan
Diseño de Iluminación Valentín Álvarez
Diseño de sonido y música Nick Powell
Producción Joseba Gil
Documentalista Walter Scopherbill
Una producción de ANIMALARIO y el THE REP (Birminghan Repertory Theater)
Duración 1h. 15 min. aprox.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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