Usando a Queipo oportunamente, por J.C.Deus

queipo_091_-_luis_castillaEl general Queipo de Llano fue una de las figuras más conocidas del alzamiento del 18 de julio de 1936. Tomó Sevilla en un audaz golpe y la mantuvo en sus manos con una fuerte represión. Luego fue marginado por el régimen que colaboró a imponer. Fue un héroe o un demonio según los bandos. ‘Queipo. El sueño de un general’ también se escora, para variar. Seguimos sin ser capaces de mostrar y reflexionar sobre ‘aquello’ con madurez personal y colectiva. Y va para 75 años.

Del personaje se han ido conociendo facetas nuevas en la última decáda con la publicación de una docena de libros, entre ellos el de Jorge Fernández-Coppel (La Esfera de los Libros, Madrid, 2008) construido con sus memorias y otros documentos del general que guardaban sus hijos en el cortijo que le regalaran sus partidarios. Es sin duda un personaje, una figura de esas cuya vida supera la ficción. Pero como todos nosotros debió ser un humano algo más complejo que este borrico violento y grosero que Pedro Álvarez-Ossorio ha manufacturado para mayor gloria de las actuales fuerzas vivas. Y quizás también para compensar la imagen favorable que su nieta Ana Quevedo presentara hace unos años en otro libro de cariz distinto, ‘Queipo de Llano. Gloria e infortunio de un general, Editorial Planeta, 2001’.

En base a sus charlas radiofónicas y filmaciones de la época se construye un remedo del Ricardo III de Shakespeare: el tullido resentido, ávido de poder y asesino despiadado inspira este Queipo, presentado para remate como conspicuo antifranquista (a este paso va a resultar antifranquista hasta doña Carmen Polo), con el único objeto de criticar y ridiculizar al innombrable.

De esta forma la obra se suma a la larga nómina de productos partidistas cuya único misión parece ser denigrar cueste lo que cueste al régimen anterior y especialmente a su encarnación indiscutible. Piense cada uno lo que quiera, pero ya hemos visto bastante en el último siglo para saber que toda expresión artística al servicio de una idea preconcebida, hija de prejuicios, deudora de un poder, de un dinero y de una causa determinada, sólo consigue elevarse al nivel de prosaica propaganda.

Un Queipo de Llano menos estereotipado, una historia que no necesitara recurrir a la burla, un montaje que prescindiera de bufones y marionetas, pudiera haber contribuido mejor al conocimiento y asimilación de aquellos tremendos hechos, sobre los que parece ser que aún quedan personas que no están preparados ni dispuestos a reflexionar con un mínimo de coherencia.

La escenografía se apoya excesivamente en elementos audiovisuales de época. No solamente se convierte en personaje importante de la trama un aparato de radio que emite y emite sin pausa, sino que hay más locutores ante el micrófono complicando las cosas y el mismo protagonista también locuta desde su despacho. El protagonismo de las imágenes de época es también excesivo, y resulta de lo más reiterativo la repetición mil veces de escenas de muertos en las cunetas. Demasiado documental y demasiada radio. Vestuario e iluminación son buenos. La caracterización del protagonista y sobre todo de su hija y su secretario, vesosímiles y certeras. Pero la del cardenal Pedro Segura y la del general Francisco Franco son chirigotas o ninots impresentables, así como resulta de mal gusto la parodia insultante del requeté y el falangista. Un poco más de nivel, señores, que no estamos en Las Fallas sino en uno de los mejores escenarios europeos, por si no se han enterado.

Antonio Dechent pugnaba por hacer de Queipo desde hace años. Lástima que sobreactúe un tanto. Los cambios de humor y los acceso de cólera son demasiado bruscos, pero no es mala su actuación en un papel tan difícil. Simplemente que un actor debe actuar sin dejarse llevar por lo que opine del personaje, sin cargar las tintas. Notables la Maruja de Amparo Marín y el Juliano de Antonio Campos, que además se desdobla bien en otros personajes. Oriol Boixader ya insinuamos que no nos gustó, fuera por responsabilidad propia o por el encargo envenenado del director. ‘Su’ Franco tiene méritos y aciertos que se estropean con la obsesión de ridiculizarle. ‘Su’ Segura es otro cura malo para la galería. Es decir, que cuando queramos ver una de malos muy malos nos vamos a ver las marionetas de El Retiro y a Cocoliso darles de garrotazos.

queipo_50_fotografialuiscastillaÁlvarez Ossorio parece importante figura del teatro andaluz oficial, fundador de Escenarios de Sevilla, director y creador del Festival Internacional de Teatro y Artes Escénicas, de la Feria Internacional de Títeres, de la Sala San Hermenegildo, y del Centro Andaluz de Teatro, así como profesor del Instituto del Teatro de Sevilla. Quede constancia de sus razones por si fueran mejores que los reparos nuestros: ‘Han pasado suficientes años para sacar a la luz las contradicciones de aquel régimen, férreo en apariencia pero frágil y desvertebrado en su esencia. Luchas intestinas por el poder que no salieron a la luz por la falta de libertades impuestas pero que numerosos historiadores han ido desvelando lentamente. Este texto no es totalmente inventado. Un pueblo sano es el que es capaz de no olvidar los momentos funestos de su historia’. Antonio Dechent añade: ‘En sus momentos de gloria, en sus soflamas tabernarias, fue despiadado y cruel, amenazante y chistoso. Pero es cuando los suyos ganaron y él perdió, cuando el personaje adquiere otra dimensión. Una dimensión trágica… La historia hay que contarla, para que no se olvide’.

Gonzalo Queipo de Llano y Sierra (1875 – 1951) conspiró primero para derribar al rey Alfonso XIII, y proclamada la República, fue nombrado Capitán General de Madrid e Inspector General del Ejército, contribuyendo de forma fundamental al éxito de las reformas militares de Manuel Azaña. Con posterioridad fue nombrado Jefe de del Cuarto Militar del presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, del que llegaría a ser consuegro. Descontento con el rumbo de la política republicana, fue junto con Mola y Sanjurjo impulsor clave de la rebelión y se apoderó de Sevilla, uno de los baluartes frentepopulistas, con un puñado de fieles y una represión despiadada que ocasionó desde el 18 de julio a enero de 1937 la muerte de 3.028 personas según el libro ‘Víctimas de la guerra civil’ coordinado por Santos Juliá.

Se destacó por su uso de la radiodifusión como medio de guerra psicológica, con sus famosas charlas nocturnas, sus bravatas, sus insultos, sus amenazas (del otro lado se hacía lo mismo). Nombrado Jefe del Ejército del Sur, asumió el gobierno militar y civil, y a lo largo de la guerra actuó con casi total independencia, lo que llevó a ser conocido como el «Virrey de Andalucía». Ascendido a teniente general y laudado, fue sin embargo postergado a la hora de formar los primeros gobiernos con predominio de civiles. Sirvió para lo que sirvió pero él no se resignó.

¿Y bien? Las rencorosas memorias de este militar, su larga lista de agravios reales o ficticios, su frustración egótica, son ahora empleadas para hundir un poco más la figura de Franco, sin dejar por ello de pintar al autor de las mismas como una monstruosa criatura aparecida por generación espontánea al margen absolutamente del momento y las circunstancias que le tocaron vivir. Si nos ponemos a buscar brutos anda que no saldrían de ambos bandos. Las contradicciones internas entre los militares franquistas que ganaron la guerra pueden otearse leyendo entre líneas en este artículo de Paul Preston, siempre en contra pero al menos manejando datos.

Dios nos libre de una plaga de ‘teatro histórico falaz y escorado después de la epidemia de ‘novela histórica’ que ni es novela ni es historia, sino una etiqueta autóctona que permite manipular los hechos a gusto del escribidor, sus filias y sus fobias. Antes que este Queipo, ya hemos visto últimamente un Millán Astray (‘Cantando bajo las balas’, una torcida La noche de los generales y otras lindezas. El fluir de las subvenciones públicas va a acabarse y entonces dejará de dar igual una gorra que un sombrero.

QUEIPO. EL SUEÑO DE UN GENERAL
Del 7 al 25 de septiembre de 2011
Naves del Español – Sala 2
Duración 90 min.

Dirección
Pedro Álvarez-Ossorio
Con
Antonio Dechent
Amparo Marín
Antonio Campos
Oriol Boixader
Ficha artística

Escenografía Juan Ruesga y Vicente Palacios
Vestuario (diseño y realización) Carmen de Giles
Espacio sonoro Santi Martínez
Iluminación Florencio Ortiz
Audiovisuales (diseño y realización) Ana Álvarez-Ossorio
Estilismo Manuel Cortés
Asesoramiento histórico Carlos Arenas Posada
Ayudantía de dirección Ana Álvarez-Ossorio
Dirección técnica Ana Álvarez-Ossorio y David Romero de la Osa.

Una producción de Fundición y Escarmentados
Un proyecto de Asociación de Amigos del Teatro y de las Artes Escénicas de Sevilla.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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