La curva que lleva a la meta, por J.C.Deus

Israel3El flamenco necesita revulsivos continuos para mantenerse vivo. Israel Galván es probablemente el mayor de esos revulsivos desde la irrupción de Joaquín Cortés. Los revulsivos a veces son fallidos pero éste no es el caso. ‘La curva’ es un espectáculo repleto de arte, de gran nivel coreográfico, musical y escenográfico, suma de ideas creativas, más tumultuoso que perfecto, más visceral que intelectual, con una asombrosa capacidad de convertir todo ruido en sonido acompasado; todo movimiento, en danza; todo objeto, en escultura.

‘La curva’ es más que flamenco, parte del flamenco para elevarse hacia la danza y la música más vanguardistas que hoy se hacen por el mundo. Combina elementos diversos de gran calidad y al hacerlo eleva aún más la calidad del conjunto, la fórmula alquímica del espectáculo artístico por antonomasia. Y dejémonos ya de ditirambos y pasemos a contar de qué trata.

Lo primero, la palabra al autor: ‘Aquí estamos creando algo que no tiene nombre, un mundo nuevo. Estamos en una isla desierta e intentamos que sea habitable. Es como si cada uno de nosotros fuera andando por la calle y de pronto lo sacan de allí y se encuentra en una habitación con otras dos personas que hablan lenguas distintas. La Curva nace de mi familiaridad con el silencio. De mi necesidad de desestructurar los recitales flamencos. La Curva es también la segunda parte de ‘La edad de oro’. Allí me enfrento a un cantaor y un guitarrista. Aquí voy hacia lo femenino, con dos mujeres, una muy jonda y otra muy vanguardista. Las dos juntas, es mi idea de mujer artista. He tenido la suerte de encontrarme en una curva de mi camino artístico a Inés y Sylvie’.

Israel1Israel Galván funde baile flamenco y danza contemporánea a una altura que no habíamos visto antes. Es una respuesta convincente a los que nos interrogábamos sobre cuándo la danza flamenca -una de las más potentes universalmente, si no la más- iba a dar réplica a los avances enormes que el género en su conjunto ha dado en las últimas décadas. La coreografía que se ha montado Galván, sin duda con mucho trabajo y esfuerzo, no tiene momentos de desmayo, ni siquiera cuando permanece hierático y silencioso. Un espectáculo de danza de hora y media de duración en el que sólo baila una persona, no lo puede hacer cualquiera y no se hace por esos mundos. Sus gestos son siempre audaces pero medidos. Su diálogo con las cosas -silla, cacharro, mesa, harina- las eleva a colaboradores vivos. Puede decirse que es una suma de efectos sin un propósito definido. Pero así es en la mayor parte de las coreografías actuales de la danza contemporánea. Con una particularidad a su favor: la identificación con música, ritmo y sonido es tan buena o mejor que la de los mejores que conocemos.

Israel2El componente flamenco, popular y autóctono del espectáculo se ciñe al cante y las palmas, que son la cima del género, incluso por encima del baile. La cantaora Inés Bacán arrasa y no pierde la emoción nunca. Bobote es fundamental no pareciéndolo. Ambos con su hierática presencia en el escenario son el ancla telúrica, el campamento base de la exploración del territorio ignoto.

El componente ‘jazzístico’, de música clásica contemporánea, culto y global lo sirve una joven suiza, Silvie Courvoisier, que es un músico descomunal, una alumna aventajada de Jhon Cage, una compositora y una intérprete pianística de primera clase.

Israel4Un piano de cola, sillas colocadas en pirámides inestables, un montón rectangular de harina en el centro del escenario, una fuente grande de madera, de esas que sirven para recoger fruta, apoyada al fondo, una mesa rústica en el otro lateral. Nada más. Una orgía sonora que subrraya los intervalos de calma, las pausas silenciosas.

Así que el baile de Galván, el cante de la Bacán, el ritmo de Bobote y la música de la Courboisier son cuatro espectáculos fundidos en uno. Se funden ciertamente. Funcionan como un todo. ¿Pero qué es este Todo, qué quiere La curva, qué dice Galván? Sentimos un diálogo con altibajos entre un yo y su circunstancia, entre armonías y disidencias, entre ritmos y ruidos, entre sonidos y silencio.

Israel5No es fácil de asimilar, de acuerdo. No gustará a ningún purista, con razón. Es excesivo y exagerado, sin duda. Un experimento con fallos -¿excesiva duración, incoherencia intrínseca?- pero digno de aplauso. Hace un año lo había intentado Blanca Li con ‘Poeta en Nueva York’ y menos suerte. Antes, el ‘Autorretrato’ de María Pagés fue notable. No así ‘La difícil sencillez’ de Rafael Amargo. Hay gente que hace cosas en el flamenco. De lo que aporta por su parte Israel Galván no tenemos la menor duda de que es arte.

Para saber más:
http://www.israelgalvan.com/
http://www.sylviecourvoisier.com/bio.htm

Aproximación al espectáculo (del 1 al 10)
Concepto: 7
Danza, 8
Música: 8
Escenografía, 7
Realización, 7
Producción, 7

XXVIII festival de otoño en primavera Comunidad de Madrid
DANZA
www.israelgalvan.com
Compañía Israel Galván
La curva
– ESTRENO EN MADRID –
Idea original, coreografía y dirección musical: ISRAEL GALVÁN

Intérpretes:
ISRAEL GALVÁN, baile
SYLVIE COURVOISIER, piano
INÉS BACÁN, cante
BOBOTE, compás

Composición musical: SYLVIE COURVOISIER
Dirección de escena: TXIKI BERRAONDO
Diseño de iluminación: RUBÉN CAMACHO
Sonido: FÉLIX VÁZQUEZ. PEDRO G. ROMERO
Coordinación técnica: PABLO PUJOL
Producción: A NEGRO PRODUCCIONES
Coproducción: THÉÂTRE DE LA VILLE – París
Con la colaboración de la AGENCIA ANDALUZA DE FLAMENCO

Naves del Español – Matadero Madrid, Sala 1
1, 2, 3 y 4 de junio a las 20.30 horas
5 de junio a las 19 horas.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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