Mahlermanía, por J.C.Deus

mahlerSe cumple un siglo del fallecimiento de este gigante de la música, quizás el último de los indiscutibles. El 18 de mayo de 1911 fue un jueves tormentoso en Viena. En la Ópera se representaba con éxito la Elektra de Strauss y aquella noche, a las once y cinco, moría Gustav Mahler. Le faltaba poco más de un mes para cumplir 51 años y sobre su tumba sólo quería una lápida con su nombre: ‘El que venga a verme sabrá quién fui –decía-. Y el resto no necesita saberlo’. Ya casi todo el mundo sabe quién fue Mahler. Las celebraciones dan la oportunidad de conocer su música a quien todavía no lo ha hecho. Y el libro ‘¿Por qué Mahler? Cómo un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo’ es una acertada ocasión para saber de su intensa vida y de los significados y lecturas de un legado musical enorme.

Los ditirambos llegan hasta las nubes: hasta se dice que es el compositor más importante de los tiempos modernos. Las dos páginas dedicadas al músico en Facebook tienen 116.191 y 17.940
seguidores respectivamente. Pero lo cierto es que desde los tiempos -años ochenta- en que Alfonso Guerra asombrara a los españoles relatando su devoción por Mahler y su conocimiento de las diez sinfonías que dejara -la última, incompleta-, la fila de sus admiradores ha crecido continuamente y ya da la vuelta a la manzana terráquea.

Un público ansioso de conocer argumentos, aportar reflexiones y en fin dedicarle un tiempo a las preguntas que el autor del libro, Norman Lebrecht, se ha planteado y nos plantea: ¿Por qué Mahler? ¿por qué su música nos afecta tanto? ¿escuchamos lo que él pretendía o su efecto es producto de la interpretación? ¿por qué un músico judío “tres veces apátrida” expresa tan cabalmente las añoranzas y ansiedades de nuestra sociedad postindustrial?

Lebrecht, un conocido y algo polémico experto musical británico no ha dejado pasar la oportunidad del centenario con una obra acogida con reservas por sus colegas y rivales de la crítica, tachada de sensacionalista y de exagerada. Las críticas son merecidas pero centradas en aspectos puntuales y secundarios, como errores de fechas, atribuciones pintorescas de significados ocultos a las sinfonías, y aglomeración de adjetivos calificativos. Hay excesos, como considerar ‘simples emociones’ las que transmiten todos los compositores antes de él -y en ese todo incluir todo el clasicismo y el romanticismo, y señores como Bach, Mozart, Beethoven and Schubert. Sí, excesivo. Como todos los vendedores de productos culturales cuando quieren realzarlos a toda costa con comparaciones odiosas.

Para el aficionado medio, sin embargo, creemos que la obra no defraudará. Ya la introducción consigue generar expectativas sin par con una prosa ágil, enormes conocimientos del personaje y soltura de juicio. ‘No toda persona civilizada es sensible a Mahler –dice-, pero dentro del monumental edificio de sus obras hay resquicios que permiten al oyente estar en paz consigo mismo. Esos son los lugares en los que la fortaleza Mahler se convierte en un refugio privado‘.

Lebrecht se atreve a decir que la música de Mahler es hoy día la banda sonora de nuestras vidas. “Mi tiempo llegará”, decía Gustav, seguro de que sus obras serían apreciadas. Ciertamente, nadie olvida la primera vez que escuchó en directo alguna de sus sinfonías. En nuestro caso, el bautismo tardío llegó con su décima e incompleta una tarde de verano de hace muchos años en los Proms londinenses. Como es sabido, el festival se desarrolla en un lugar muy especial con un público muy especial, que además de llenar los asientos del hemiciclo se apiña de pié en un patio de butacas sin butacas; un concierto de música clásica con el ambiente de un concierto rock, un vibrar compacto de cientos de personas apiñadas en una emoción indescriptible desde el inicio hasta el final: inolvidable experiencia.

Recordemos el final de sus días gracias a Wikipedia. El punto culminante del verano de 1910 de Mahler fue la primera representación de la Octava Sinfonía en Múnich el 12 de septiembre, la última de sus obras estrenada en vida. Un triunfo -según su biógrafo Robert Carr, «seguramente su mayor éxito en vida»- pero ensombrecido por el descubrimiento del compositor, después del evento, de que su esposa Alma había comenzado una relación con el joven arquitecto Walter Gropius. Muy angustiado, Mahler buscó el consejo de Sigmund Freud y obtuvo consuelo con el psicoanalista. Alma eligió permanecer junto a Mahler, aunque la relación con Gropius continuó de forma clandestina.

mahler3Durante ese verano, Mahler trabajó en su Décima Sinfonía, completando el Adagio y esbozando cuatro movimientos más. Junto con su esposa, regresó a Nueva York en noviembre de ese año y se lanzó a una ajetreada temporada de conciertos y giras con la Filarmónica. Cerca de la Navidad, comenzó a sufrir un dolor de garganta persistente. El 21 de febrero de 1911, con una temperatura corporal de 40ºC, Mahler insistió en el cumplimiento de un compromiso en el Carnegie Hall, con un programa relativamente anodino. Ese fue su último concierto. Después de semanas postrado en cama le diagnosticaron una endocarditis bacteriana, una enfermedad a la que son propensas las personas que sufren defectos en las válvulas cardiacas y para la que la tasa de supervivientes en la época anterior a los antibióticos era casi cero. El compositor no perdió la esperanza. El 8 de abril la familia y una enfermera permanente abandonaron Nueva York a bordo del SS Amerika con destino a Europa. Llegaron a París diez días después, y Mahler ingresó en una clínica de Neuilly-sur-Seine, pero no tuvo mejoría; el 11 de mayo fue trasladado en tren al sanatorio Lŏw de Viena, donde falleció el día 18 de ese mismo mes.

Escuchemos a Mahler. Las emisoras musicales y las salas de concierto lo están programando exhaustivamente. Y además hemos tenido la suerte de que con ocasión del 70 cumpleaños del director titular actual de la Orquesta de París, Christoph Eschenbach, se ofrece la integral de las sinfonías mahlerianas en internet, con calidad de primera, acceso fácil y uso sencillo. Ha sido gratuito durante las últimas semanas, aunque no sabemos si lo seguirá siendo durante el mes de junio. Eschenbach soñaba con dirigir un ciclo sinfónico completo de Mahler y lo ha realizado en el curso de las últimas temporadas, con ocasión de la reapertura de la Sala Pleyel en septiembre de 2006. Empezó con la Segunda sinfonía, la ‘Resurrección’ y ha terminado con la menos conocida, la Séptima, en octubre de 2009. El conjunto fue grabado cuidadosamente por Medici.tv. Éste es el acceso directo, aunque también se llega a traés de las páginas de los protagonitas: www.orchestredeparis.com, www.christoph-eschenbach.com, y www.medici.tv.

Y completemos la escucha con este libro repleto de admiración y fruto de años de concienzudo trabajo. Lebrecht considera a Mahler un elemento imprescindible de nuestro bagaje cultural colectivo y personal. Hay que estar de acuerdo.

lebrechtALIANZA EDITORIAL
¿Por qué Mahler? Cómo un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo
Norman Lebrecht
www.alianzaeditorial.es
Colección Alianza Música
15,5 x 23,5 cm – 400 páginas – Rústica Hilo
I.S.B.N.: 978-84-206-5121-7
24,00 euros IVA incluido.

ÍNDICE DEL LIBRO
Introducción: Buscando a Mahler desesperadamente
Parte I: ¿Por qué Mahler?
1. Algunas preguntas frecuentes
Parte II: ¿Quién es Mahler? Vida y época
2. Vivir en una tierra sin nombre (1860-1875)
3. Ciudad de sueños (1875-1887)
4. Una sinfonía como el mundo (1887-1891)
5. Resucitarás (1891-1894)
6. Lo que me dice el amor (1895-1897)
7. Saboreando el poder (1897-1900)
8. La muchacha más hermosa de Viena (1901)
9. Pequeños interludios de felicidad (1902-1906)
10. Tres golpes de martillo (1907)
11. Decubriendo América (1907-1910)
12. Vivir por ti, morir por ti (1910-1911)
13. Después de Mahler (1911-2010)
Parte III: ¿El Mahler de quién?
14. Una cuestión de interpretación
Parte IV: Cómo mahlerear
15. Encontrar la llave de un espacio privado.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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