Descubriendo a un joven pintor de hace cuatro siglos, por J.C.Deus

8_35El Museo del Prado presenta “El joven Ribera”, una muestra antológica que dará a conocer la actividad del pintor español en su período de estancia en Roma y su posterior marcha a Nápoles en 1616, donde permanecerá ya hasta su muerte. Se trata de una etapa apenas conocida hasta hoy, que se desvela de forma inusitada como pocas veces ocurre en la pintura clásica, cuya historia parece fijada para siempre. Emerge un nuevo José de Ribera El Españoleto, y por tanto estamos ante una de las exposiciones más importantes del Prado en los últimos años, ejemplo de lo que propugnamos para nuestro universal museo, un continuo investigar, alumbrar y desplegar de sus inigualables tesoros, con una predilección hacia la pintura clásica española, merecedora siempre de nuevas valoraciones y enfoques.

Una extraordinaria novedad en torno a la inédita juventud de un genio, opina Miguel Zugaza, director del Museo del Prado, del que fuera el artista hispano-italiano más importante del siglo XVII, nacido en Játiva, valenciano de nacimiento e italiano de adopción, como sus paisanos los Borja-Borgia un siglo antes. Desarrolló toda su carrera en Italia -Parma, Roma y Nápoles-, donde cultivó un estilo derivado del que había difundido Caravaggio. Y protagonizó una rápida evolución, de un naturalismo humano de precisión descriptiva y claroscuro,con el que renovar la presentación de asuntos tradicionales como los Sentidos, los Apóstoles o los Filósofos, a una pintura devocional más dramática, más sombría. De la Roma mundana al Nápoles catoliquísimo.

La más importante exposición sobre Ribera (1591-1652) había tenido lugar en el Prado en 1992. Y prueba de la conmoción que ha sufrido nuestra concepción del pintor en los últimos tiempos es que de los 32 cuadros que forman el despliegue actual, sólo 10 eran considerados suyos entonces. Los otros 22 que hoy se despliegan o no se conocían o no eran considerados suyos aún. ‘Es un cambio sísmico, dice Gabriele Finaldi, director adjunto de Conservación e Investigación del Museo del Prado, no sólo en lo referente al pintor valenciano, sino también para la comprensión del panorama pictórico romano tras la marcha de Caravaggio.

3_31La exposición, compuesta por treinta y dos obras, permitirá comparar los cuadros más importantes que se relacionan actualmente con este periodo, y profundizar en el conocimiento de su sucesión cronológica y en la importancia que tuvieron para el desarrollo del caravaggismo romano de la segunda y tercera década del siglo XVII. Una de esas obras es La resurrección de Lázaro que adquirió el Museo del Prado en 2001 y que se ha convertido en uno de los principales puntos de referencia en torno a los que se ha articulado el debate sobre la actividad temprana del pintor.

Como decimos, uno de los episodios de mayor importancia, relacionado con la historiografía de la pintura española de los últimos años, está siendo la reconstrucción de la actividad pictórica que llevó a cabo José de Ribera durante su estancia en Roma y los primeros años de su vida napolitana (1610-1622). Durante los últimos diez años se han realizado avances muy significativos en el conocimiento e interpretación de esta etapa temprana del pintor; nuevos estudios han añadido datos inéditos sobre los lugares donde residió, su círculo de clientes y su situación financiera, pero lo más relevante es que el análisis estilístico y los aportes documentales han permitido identificarlo con el hasta entonces anónimo “Maestro del Juicio de Salomón” lo que ha supuesto la incorporación de varias decenas de obras a su catálogo. Desde el punto de vista del Museo del Prado, al interés que ofrece esta muestra de profundizar en el conocimiento de Ribera, uno de los artistas españoles mejor representados en sus colecciones, se suma al que permite crear un contexto muy preciso para el estudio y la valoración de La resurrección de Lázaro, un cuadro cuya atribución fue muy discutida en el momento de su adquisición (2001), y que hoy es generalmente aceptada. La mayor parte de las obras de Ribera que custodia la institución son muy posteriores, por lo que esta muestra constituirá la ocasión más propicia para entender plenamente este gran cuadro y valorar su extraordinaria significación en el contexto de la carrera temprana de su autor.

5_33Estos 12-14 años iniciales de la carrera de Ribera van a aportar sin duda más novedades, opina Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española del Museo del Prado,, pues el debate sigue abierto. Pero el Mueso del Prado ha optado por posibilitar a sus visitantes que se incorporen de pleno al mismo sin esperar, como ha sido tradicionalmente preceptivo, los resultados definitivos pontificados por los expertos. Vaya y mire, juzgue y compare. Se trata de ejercitar y fortalecer el propio criterio.

Las treinta y dos obras que conforman la exposición proceden de museos y colecciones de España, Italia, Francia, Gran Bretaña, México, Suiza, Hungría y Estados Unidos, e incluye una representación de las dos principales series que hizo Ribera en esos años (el “Apostolado” y “Los cinco sentidos”), así como las composiciones más complejas que realizó en Roma y Nápoles. Todo ello permitirá al visitante conocer los principales intereses temáticos del joven pintor y apreciar la manera en que se fue formando y evolucionando su estilo hasta convertirse en uno de los pintores naturalistas más originales y poderosos posteriores a Caravaggio.

Además de nuevas hipótesis sobre la cronología de las obras, su sucesión, o la relación que existe entre ellas, los trabajos de preparación de la exposición han dado como resultado la identificación de un nuevo cuadro de Ribera que se dará a conocer en la muestra, tras su restauración, con esta atribución y figurará en el catálogo de la misma comentado por Antonio Vannugli, autor de la investigación que ha llevado a su identificación como obra correspondiente a la producción temprana del artista. Se cuenta también con las aportaciones de los dos principales expertos que están llevando a cabo la revisión de esta etapa crítica de la carrera de Ribera, Gianni Papi y Nicola Spinosa, que han colaborado en el catálogo.

1_36Javier Portús destaca la visión general que emerge del cuerpo masculino como campo de dolor y santidad en la obra temprana de Ribera. Recomienda al visitante que tras contemplar los 32 componentes de esta exposición temporal, empalpe directamente con las 40 obras que del Ribera maduro expone el Museo en su colección permanente, y así obtenga una nueva visión completa de su obra.

Le llamaron El Españoleto porque era bajito y siempre añadía su nacionalidad cuando firmaba. Dicen que dijo: «Mi gran deseo es volver a España, pero hombres sabios me han dicho que allí se pierde el respeto a los artistas cuando están presentes, pues España es madre amantísima para los forasteros y madrastra cruel para sus hijos». Se le tuvo durante siglos por un secundón, un pintor fúnebre y desagradable, que pintaba obsesivamente temas de martirios con un verismo truculento, que ‘empapaba el pincel en la sangre de los santos’. En realidad, dicen los historiadores que Ribera evolucionó del tenebrismo inicial a un estilo más luminoso y ecléctico, y que su gama de colores se aclaró en el último tramo de su vida.

9_33RECORRIDO

La exposición se inicia y se termina con dos visiones de San Jerónimo, uno de los primeros cuadros de Ribera, y el último, fechado el mismo año de su muerte. Parte de un ámbito denominado “José de Ribera versus Maestro del Juicio de Salomón”, en el que se enfrentan algunas de las pocas obras que han
sido atribuidas históricamente a Ribera como correspondientes a esta primera etapa de su carrera con otras importantes pinturas consideradas anteriormente obra del llamado ‘Maestro del Juicio de Salomón’. En este ámbito se incluyen cuatro magníficos ejemplos del Apostolado Cosida procedentes de la Fundación Longhi. Frente a ellos, se exponen tres de los Sentidos, serie fundamental en el proceso de la reconstrucción de la actividad del joven Ribera y en cuya factura era ya patente la seguridad y afán de originalidad del artista.

La composición de los apóstoles es muy rigurosa y sus amplios fondos desempeñan un papel fundamental en la creación del clímax dramático, mientras que en los Sentidos las figuras llenan el espacio pictórico y hay un tratamiento muy naturalista de sus acciones, aspectos que explican las razones por las que durante décadas ambas series se han atribuido a autores diferentes.

A continuación de este primer ámbito, se presenta otro conjunto de obras en torno a “Ribera en Roma: los cuadros de historia”. En Roma, Ribera se aproximó a la pintura de historia -composiciones complejas con varios personajes cuyos asuntos procedían de repertorios narrativos como la Biblia-, mientras los detractores del naturalismo sostenían que era un estilo
inadecuado para representar composiciones en las que se usaba una amplia variedad de acciones y “afectos”. Ribera, artista joven y deseoso de reconocimiento, respondió a este debate con obras de formato apaisado, protagonizadas por figuras de considerable tamaño, en las que el lenguaje naturalista constituyó un instrumento muy eficaz para dar credibilidad a las acciones, a los sentimientos y a la relación de los personajes entre sí.

Además de nuevas hipótesis sobre la cronología de las obras, su sucesión, o la relación que existe entre ellas, los trabajos de preparación de la exposición han dado como resultado la identificación de un nuevo cuadro de Ribera, El martirio de San Lorenzo, incluido en este ámbito dedicado a los cuadros de historia de Ribera en Roma. La obra, procedente de la Basílica del Pilar de Zaragoza, se da a conocer por primera vez en la muestra con esta atribución -tras su restauración en los talleres del Museo- y figura en el catálogo de la misma, comentada por Antonio Vannugli, autor de la investigación que ha llevado a su identificación como obra de Ribera.

10_33Tras los cuadros de historia, el visitante encontrará otro singular conjunto de obras correspondiente a “Entre Roma y Nápoles: medias figuras”. Durante su estancia en Roma y los primeros años de su época napolitana, Ribera también realizó numerosas figuras aisladas o en pareja -generalmente de medio cuerpo y con frecuencia ante una mesa- que en su mayoría eran santos del Nuevo Testamento. En estas representaciones conjugaba su escritura pictórica, precisa y eficaz, con tipologías humanas realistas y composiciones en las que el personaje se encuentra en primer término y ocupa casi todo el campo pictórico dando lugar a imágenes llenas de fuerza y rigor, y que serán el punto de partida de soluciones posteriores, que convertirán a Ribera en uno de los artistas de su tiempo que supieron crear un vocabulario y un repertorio más personales. En esta etapa ya comienza a representar filósofos como en las obras Orígenes y Demócrito, para los que utiliza fórmulas similares a las de los santos, aunque todavía no se recrea en la asociación entre pobreza y filosofía que caracterizó sus representaciones posteriores.

La exposición concluye con las pinturas correspondientes a los primeros años de
“Ribera en Nápoles”. En 1616, el artista llegó a Nápoles, ciudad en la que
permanecería hasta su muerte en 1652. La transformación que su arte experimentó allí está relacionada con las diferentes expectativas que su nueva clientela desarrolló hacia la pintura, lo que se tradujo en un énfasis mayor en cuestiones devocionales. Mientras que las pinturas de composición que había hecho en Roma se caracterizaban por su formato apaisado, su elevado número de personajes y su aspiración a convertirse en cuadros de historia, las que hizo durante su primera década en Nápoles fueron, en su mayoría, verticales, de naturaleza devocional y con un predominio de temas relacionados con la Pasión. En ellos se juega frecuentemente con el contraste entre el cuerpo desnudo y mártir y el afán o la mofa de quienes le rodean, siguiendo una fórmula de amplia tradición que ya había utilizado Caravaggio.

Aproximación a la Exposición (del 1 al 10)
Selección: 9
Despliegue: 8
Comisariado: 9
Interés: 8
Atractivo: 8

EL JOVEN RIBERA
De 5 de abril a 31 de julio de 2011
Museo del Prado, Sala C (Edificio Jerónimos)
www.museodelprado.es
Comisarios: José Milicua, catedrático emérito de Historia del Arte de la Universidad de Barcelona, y Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española del Museo del Prado.
De martes a domingo de 9:00 a 20:00 horas (último pase de acceso a las 19:00h)

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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