De cuevas por Cantabria: El Soplao (2), por J.C.Deus

07 - Cueva el SoplaoSi el máximo exponente del arte del Paleolitico Superior es la cueva de Altamira, para el segundo día de nuestra estancia en la Cantabria ‘underground’ nos dirigieron a la primera cavidad que con un valor puramente geológico se abrió al público en la comunidad. Del arte rupestre de los primeros artistas humanos a una de las más sofisticadas e incomprensibles manifestaciones del despliegue artístico de la madre naturaleza.

‘El Soplao’ se encuentra a unas decenas de kilómetros de Altamira, en lo alto de la sierra de Arnero, que forma parte de la sierra del Escudo de Cabuérniga, paralela a la costa. El viaje por esta comarca hasta hace poco casi inaccesible es un atractivo por sí mismo. Entre montañas mucho más impresionantes que lo que haría suponer su altura de no más de 600 metros, se suceden los valles, entre laderas inmensas de prados y bosques donde se ubican pueblines dispersos en torno a esta cueva-mina: Labarces y La Florida por el lado de Valdáliga, Celis en Rionansa y Rábago en el término de Herrerías.

Desde El Soplao se contemplan impresionantes vistas a la cordillera cantábrica, y se distinguen perfectamente las cumbres -ya nevadas la mayoría- de Peña Sagra, Naranjo de Bulnes, Tres Mares, Sierra del Cuera y Mar Cantábrico. Desde el alto de la antigua mina de La Florida, la vista alcanza también a la Ría de San Vicente de la Barquera, Oyambre y Comillas.

El Soplao - formaciones excéntricasDicen que El Soplao es una cueva única entre las miles que Cantabria tiene catalogadas. Su especialidad son las formaciones excéntricas, que no tienen eje vertical a diferencia de las estalactitas, sino que se desarrollan de forma caprichosa haciendo nudos, giros y ramificaciones que componen tejidos gigantescos, esculturas inconmensurables, el trabajo infinito de un artista casi eterno que lleva quince mil años trabajando a un ritmo del orden de un centímetro por siglo. Existen en otras partes cavidades, incluso turísticas, que poseen este tipo de concreciones en su recorrido, pero nunca con la abundancia y grandiosidad de las del Soplao, cuya calidad, blancura y abundancia está fuera de toda comparación.

Estas formaciones aparecen en el suelo, paredes, techos, encima de antiguas estalactitas, estalagmitas, e incluso de las coladas. Se encuentran principalmente en la zona Oeste de la cavidad, donde no había entradas naturales (Galería Gorda, Galería del Campamento, La Coliflor y El Bosque).

El Soplao - Gran columnaDentro de las excéntricas, y según su composición cristalográfica, encontramos dos tipos: de calcita y de aragonito. Las de calcita suelen presentar formas vermiculares, sin aristas vivas, con color blanco debido a la pureza del carbonato cálcico. Habitualmente, estas concreciones no son huecas, pero pueden tener un fino capilar interior que asegura que la solución cálcica llegue a su extremo. Son de crecimiento extremadamente lento. Se ha realizado un seguimiento durante quince años en una zona concreta, no apreciándose crecimiento alguno. Las de aragonito presentan una composición química idéntica a las de calcita, pero cristalizando en otro sistema diferente y suelen presentar un aspecto mucho más geométrico.

El aspecto más sencillo es el de “penachos” o “rosetones” de finísimos cristales, semejantes a espinas, de una longitud que oscila entre pocos milímetros hasta algo más de diez centímetros. Suelen encontrarse en los suelos, paredes o sobre cualquier tipo de concreción ya formada, incluso en la roca desnuda.

Gaudí tuvo sin duda que soñar con estas cuevas para idear su original arquitectura. La bóveda de Miquel Barceló para la sala XX del Palacio de las Naciones Unidas de Ginebra, una compleja intervención en un colosal lienzo de mil metros cuadrados, es una personal imitación del trabajo secular del agua en las cavidades subterráneas de nuestro planeta, aunque él mantenga que se inspiró en las olas del mar. Su cúpula es una recreación coloreada del techo de una enorme gruta.

El Soplao - BanderasEl Soplao fue descubierta hace casi un siglo por los mineros de La Florida, una explotación de plomo y cinz que ha estado en rendimiento en esta cumbre hasta 1979 desde un siglo antes. A partir de 1948 la mina pasó a ser propiedad de la Real Compañía Asturiana de Minas, con un gran aumento en la producción gracias a importantes cambios estructurales en la estrategia de extracción del mineral, la mecanización interior y exterior, y la construcción de galerías de transporte y desagüe. Precisamente en uno de estos trabajos de ampliación, el barreno o el pico de un anónimo minero abrieron una grieta por la que entró en la mina un potente ‘soplao’, una corriente de aire fresco que significaba el contacto con una cavidad subterránea que se comunicaba con el exterior, algo providencial para cualquier explotación minera.

El Soplao pronto fue explorado y comenzó a usarse como ventiladero, como atajo entre las distintas galerías y como almacén subsidiario. Al mismo tiempo corrió la noticia de su existencia por la comarca y pronto se convirtió en lugar de paso habitual de muchos paisanos cuando se trasladaban de un pueblo a otro y querían ahorrar las grandes distancias. Entonces la economía era sostenible, no había derroche ni contaminación, y el uso de El Soplao por los mineros no perjudicó en nada a la inmensa obra de arte que supone su completo recorrido.

El Soplao - Pasarela fantasmasCuando cerró la mina, se suprimieron doscientos puestos de trabajo. Para la comarca, una catástrofe ambiental de primera magnitud. Alguien se acordó de El Soplao y puso muchas ganas e influencias en las posibilidades que tendría su explotación turística. Se construyó una nueva carretera para llegar a la entrada. Se la dotó de todas las instalaciones necesarias, incluida la resurrección de un pequeño tramo de ferrocarril para que los visitantes entren en un tren minero. Ahora la maravilla es perfectamente accesible. La visita normal en grupos reducidos dura una hora. La visita exigente, con indumentaria de espeólogo, llega a las dos horas.

Y alrededor comienzan a proliferar los pequeños restaurantes y las casas rurales. La comarca de Saja-Nansa ha sido declarada «Ecomuseo», y se afirma que será conservada en toda su pureza por su valor ecológico. Pero ya hay publicidad de Coca-Cola en las revueltas del camino y muy atentos habrá que estar para que los varios cientos de visitantes diarios, que se convierten en romería en verano, no produzcan daños irreparables en un ecosistema cuya belleza y magnitud supera cualquier creación humana, cuya refinada y sofisticada estética supera cualquier obra de arte de creación humana.

El Soplao - Falso SueloLa comarca está situada entre la costa y las sierras, e incluye dos espacios protegidos, Parque Natural de Oyambre y Reserva Nacional del Saja. Predominan la tranquilidad garantizada y una naturaleza exuberante. El paisaje está dominado por la sinuosidad de los pliegues y los relieves escarpados. Comprende los valles del Nansa y Cabuérniga, y es una zona con personalidad propia dentro de la región.

De la franja costera, desde Unquera hasta San Vicente de la Barquera, ya hemos hablado: se caracteriza por la intensa interrelación entre los ambientes marinero y ganadero. Aquí hay rías como en Galicia, aunque de menor tamaño, y por las de Tinamayor, Tinamenor y San Vicente, el mar penetra en la tierra enriqueciendo el paisaje y las costumbres. Es la parte más conservada de la costa de Cantabria, pero ya sufre la presión del turismo, un salvavidas económico y una piedra atada al cuello de las sociedades tradicionales. Nos cuentan que se conservan también algunas de las tradiciones más fuertemente arraigadas a la tierra, como el arrastre de piedras con bueyes, tan bien conservado por los vecinos vascos, y la conocida procesión marinera de La Folía. Es un paraíso para el turismo ecológico, rural y activo, con un importante patrimonio histórico-artístico.

25 - Vega de PasHay grandes extensiones de bosque de roble, haya y abedul, que proporcionan, en los meses de primavera, verano y sobre todo el otoño, esos coloridos de euforia. En cuanto a la fauna, abundan el ciervo, el corzo, el jabalí y el zorro, y en las zonas más remotas y solitarias, es frecuente la presencia del lobo, y muy, muy ocasionalmente, del oso. Entre las aves están el buitre, el urogallo y el águila real, aunque son más fáciles de ver el cernícalo y el milano, En el otoño se produce la «berrea» de los venados, época en la que se puede escuchar la llamada de celo de los machos de esta especie; y la «pasá», cuando se reúnen los rebaños de vacas tudancas -especie autóctona de la zona- en su regreso de los pastos altos.

Las praderías donde pasta el ganado lechero se extienden hasta las mismísimas playas, algunas de las más extensas, solitarias y bellas de todo el cantábrico, como las de Merón, La Guerra u Oyambre. Ni siquiera en los meses de julio y agosto estas playas llegan a abarrotarse, pero acertar con los primeros días de la temporada playera, en mayo y junio, supone disfrutar de ellas casi en solitario. El Parque Natural de Oyambre contiene diversos ecosistemas, desde las dunas de la playa de Oyambre, hasta la reserva forestal del Monte Corona, pasando por la ría de La Rabia, refugio de aves acuáticas.

Recientemente se ha localizado en la ladera de El Soplao, un yacimiento de ámbar azul único en el mundo (sólo está registrado otro pequeño en República Dominicana), con numerosas bioinclusiones, cerca de medio centenar de insectos, sobre todo mosquitos, avispas y escarabajos. La mayoría de los insectos son especies desconocidas hasta ahora. Fue originado hace 110 millones de años por un gigantesco incendio forestal.

El Soplao - Sala de El BosqueEn tiempos de los dinosaurios, durante el Cretácico, hace aproximadamente 110 millones de años, el área ocupada actualmente por Cantabria tenía un clima de tipo subtropical, muy caluroso, y en los bosques resiníferos existían condiciones de alta humedad; la comarca estaba inundada por el mar y por amplios estuarios y lagunas costeras bordeadas por frondosos bosques de coníferas resinosas, formando parte de una extensa masa boscosa que se extendía desde Asturias hasta Alicante, siguiendo la costa del Mar de Tethys.

El ámbar de El Soplao es una ventana abierta a aquellos cálidos ecosistemas boscosos. ¿Fue la vegetación de estos bosques el alimento de los dinosaurios, fueron estos mosquitos ceratopogónidos que ahora aparecen en el ámbar, atrapados durante cien millones de años, sus permanentes perseguidores por aquellos parajes?

Para ampliar la información:
El Soplao

Próximo capítulo
De cuevas por Cantabria: Puente Viesgo (y 3)

06 - Hayedos del Saja

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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