De padres e hijos, de Arthur Miller a Claudio Tolcachir, por J.C.Deus

MG_0003Qué inmensa satisfacción cuando uno asiste a una obra de teatro redonda, lograda. Cuando texto y adaptación, dirección y escenografía, interpretación y producción se combinan adecuadamente, se completan con generosidad. Qué optimismo nos embarga cuando podemos decir que el clásico ‘Todos eran mis hijos’ de Arthur Miller en versión y dirección de Claudio Tolcachir es una brillante inauguración de la temporada del Teatro Español.

Con no pocas reticencias acudíamos a la cita: otra vez Miller, ¿es que no hay nada más próximo? Pero se levantó el telón -el momento en el que el espectador capta una primera impresión que casi siempre es la buena- y nos quedamos boquiabiertos. Hora y media sin desmayo del mejor teatro posible. Tolcachir está a la altura del ‘Bridge Project’, por decirlo de alguna manera. La versión casi mejora al original, reduce su excesiva longitud al tamaño teatral por excelencia, mantiene la autenticidad de los diálogos, y elude posibles lagunas por los cortes realizados. Su batuta de director se mueve con precisión y discreción absolutas. Este hombre tiene 35 años y lleva 13 dirigiendo. Con esta obra toca el cielo.

MG_0270La historia ya se la sabrán. Joe Keller es padre de familia y próspero industrial, y vive en un suburbio residencial de una ciudad estadounidense. Acaba de terminar la Segunda Guerra Mundial, EEUU ha vencido y va a ser el dueño del mundo. La población se apresta a disfrutarlo y está olvidando rápidamente los sacrificios pasados y los héroes muertos. Keller durante la guerra dejó de fabricar electrodomésticos para hacer fortuna vendiendo piezas de aviones al Gobierno. Pero hubo una partida defectuosa que provocó decenas de pilotos muertos. Su socio resultó culpable y sigue en la cárcel. Él se defendió alegando su ignorancia del fraude y rehízo su vida.

Así pues, Joe vive con su mujer y su hijo menor rehaciéndose de ese escándalo y de la tragedia correlativa de haber perdido en la guerra a su hijo mayor, también piloto, también fallecido en extraño accidente de aviación. Su esposa Kate mantiene la esperanza de que aún esté vivo más de tres años después del accidente pues nunca apareció el cuerpo. La aparente normalidad, a pesar de la obsesión enfermiza de Kate, se precipita en conflicto cuando Chris, el hermano menor, invita a venir a la que fue novia de Larry, para formalizar ante sus padres el noviazgo secreto que mantienen y casarse con ella. Ann es hija del socio de Joe encarcelado y después del suceso se ha trasladado a vivir a Nueva York huyendo de las murmuraciones. Su llegada destapa el secreto. Habrá tragedia y habrá justicia final. Habrá dolor pero la vida siempre sigue pase lo que pase. Se van los muertos y se quedan los vivos. Provisionalmente.

MG_0248Pero la historia es lo de menos, la disculpa sobre la que se monta un estudio de personajes, un reflejo de la realidad intemporal humana, que se asemeja al de los grandes, grandes clásicos de todas las épocas. Es lo que ha sabido muy bien ver Tolcachir, no quedarse en la anécdota: ‘Es en los vínculos de los personajes, en sus secretos, en sus omisiones, donde se ubica el núcleo de la obra. Y esta posibilidad de investigar en las relaciones humanas fue la razón por la que elegí dirigir esta obra, con la hermosa sensación de estar volviendo a casa’.

Buen retorno. Y en buena compañía; sólo podemos piropear la escenografía y el vestuario de Elisa Sanz, con ese impresionante bosque que se transforma en… en qué. Y la deslumbrante iluminación de Gómez Cornejo. El elenco actoral forma una piña coherente como necesita toda producción lograda. Por eso felicitaremos primero a los actores secundarios que dan vida a las dos parejas vecinas y al hermano de Ann. Luego a la pareja juvenil perfectamente creíbles en su posicionamiento espaciotemporal, absolutamente bordados en unos papeles de jóvenes de antes de los años sesenta. Y finalmente, al matrimonio protagonista, a una convincente Gloria Muñoz y a un efectivo Carlos Hipólito, que si algún defecto tiene para no estar perfecto es de caracterización: con más curva de la felicidad y más canas sería el perfecto Joe Keller.

MG_0192Arthur Miller (Nueva York, 1915 – Connecticut, 2005) es uno de los grandes framaturgos del siglo XX. En su estreno en 1947 en Broadway, ‘Todos eran mis hijos’ estuvo dirigida por Elian Kazan.

Claudio Tolcachir (1975) hizo su primera incursión en el campo de la dramaturgia con la muy premiada ‘La omisión de la familia Coleman’ (2005), con la que ha recorrido el mundo, y que le ha convertido en un referente internacional del teatro. En 2008 estrenó ‘Tercer cuerpo’ de la que también es responsable del libro y la dirección. ‘Todos eran mis hijos’ se estrenó en el Teatro Apolo de Buenos Aires este mismo año.

Hay muchos días y mucho aforo por delante si se deciden a verla. ‘Todos eran mis hijos’ va a ser sin ningún género de dudas plato fuerte de la temporada.
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Un vídeo de aperitivo.

TODOS ERAN MIS HIJOS
De Arthur Miller
Dirección: Claudio Tolcachir

REPARTO
Joe Keller Carlos Hipólito
Kate Keller Gloria Muñoz
Chris Keller Fran Perea
Ann Deever Manuela Velasco
George Deever Jorge Bosch
Frank Lubey Alberto Castrillo-Ferrer
Lydia Lubey Ainhoa Santamaría
Dr. Jim Bayuss Nicolás Vega
Sue Bayuss María Isasi

Ficha Artística
Versión: Claudio Tolcachir
Escenografía y vestuario Elisa Sanz
Iluminación Juan Gómez Cornejo
Traslación al castellano y
Ayudante dirección Mónica Zavala
Distribución Producciones Teatrales Contemporáneas
Producción ejecutiva Olvido Orovio
Directora de producción Ana Jelin

TEATROESPAÑOL ♦ www.teatroespanol.es
Del 9 de septiembre al 31 de octubre
Precios: de 4 a 22 €
Dirección Claudio Tolcachir

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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