Montezumo, por J.C.Deus

Moctezuma 0119Los métodos de propaganda más refinados vencen a los obsoletos. El rey melómano aparentaba un progresismo paradigmático de la Ilustración, todo para el pueblo pero sin el pueblo, que terminó en la guillotina de la revolución francesa. Se construyó una ópera para él solito, contrató músicos y cantantes, y se dispuso a lanzar sus panfletos con buenas partituras. Con Montezuma quiso emular a Voltaire y a fe que lo consiguió en demagogia, haciendo del caudillo sanguinario un ‘ghandi’ de pacotilla, un filósofo del tres al cuarto, un personaje de cartón que sólo le servía a su creador para difamar al catolicismo y ponerse medallas.

Su empleado Carl Heinrich Graun fue un compositor de Corte que no ha pasado precisamente a la historia musical y que hizo un Montezuma de aliño, muy repetitivo, pegadizo para el gusto de la época y carente de aportación alguna. Sobre todo, eminentemente plúmbeo.

Moctezuma 0557Montezuma, fue estrenada en 1755, ‘tragedia per musica’ (intento de aproximar la ópera seria al rango estético de la tragedia hablada) en tres actos, con libreto del rey. Es como si Miguel Ríos pusiera música a los poemas del presidente Zapatero.

Un líder noble y humano contra un fanático y sanguinario invasor. Un profesor de ‘literatura colonial’ -cualquiera que sea el contenido del tal asignatura-, ha sido contratado por el Real para explicar el trasfondo de la obra. Reconoce que el interés de Federico II por la ópera fue tanto estético como filosófico y político: la ópera podía servir ‘para transformar las costumbres de un pueblo y destruir errores y supersticiones’, es decir, lo de siempre, el arte al servicio y como tapadera de ‘mis’ ideas, ‘para hacer una crítica a la vez religiosa y política’.

El asunto es que interesarse por la alucinante conquista española de América, ya lo habían hecho mucho antes Antonio Vivaldi y Luigi Giusti, pero éstos habían basado su ‘Motezuma’ (con errata incluida) en la caracterización heroica que de Cortés y sus compañeros daba Antonio de Solís en su Historia de la Conquista de México. Nuestro querido rey prusiano giraría la tuerca para montar una historia fundamentalmente negativa e implantar artificialmente en el caudillo azteca sus ideas de príncipe ilustrado y no por ello menos absoluto, unas ideas peregrinas que ya había expuesto en su ensayo L’Antimachiavel quince años antes, una crítica bienintencionada pero falsa e hipócrita a lo expuesto en ‘Il Principe’ por Maquiavelo dos siglos antes, quien al menos reflexionaba sobre hechos reales y tenía más sentido común que este soberano un poco lelo.

Moctezuma 0181Hernán Cortés es un ‘maquiavelo’ cuya crueldad y oportunismo son frutos de su fría y calculadora razón instrumental. ‘Y Montezuma, por el contrario, el ejemplo del soberano ilustrado que olvida la importancia de las armas como instrumento fundamental contra la verdadera “barbarie” y paga por ello con su vida y la de su pueblo. Éste era un destino que acechaba a Prusia tanto como había acechado a México y que Federico II estaba decidido a evitar a toda costa como muestran sus sucesivas –y oportunistas– campañas militares: desde la invasión de Silesia en 1741, que le establecería como uno de los monarcas más influyentes de Europa, a la ocupación de Sajonia en 1756, escribe el citado profesor, José Ramón Jouve Martín.

A dios rogando y con el mazo dando, como siempre han hecho los pueblos anglosajones, tan prácticos ellos.

‘No deja, pues, lugar a dudas sobre quién es el bárbaro y quién el civilizado en la historia de la conquista de México’ añade nuestro profesor: naturalmente, los panfletos, aunque tengan música, deben ser lo más esquemáticos posibles, nosotros los buenos, y ellos los malos. Nuestra cultura, la de Federico II y Montezuma, superior; la suya, la de los españoles y los católicos, inferior. En fin, en fin, no sigamos que llegamos al racismo, a la limpieza étnica y al nacionalsocialismo que recogió la herencia del buen Federico dos siglos después.

Moctezuma 0097‘La coherencia con sus principios de comportamiento y sus nociones sobre la cortesía y la nobleza’ su ‘imagen civilizada y cortesana’ se ve además acentuada por los amores del emperador de los aztecas con Eupaforice, imaginaria reina de los tlascala. ‘hechos inexistentes que servían para resaltar el tema principal’. Todo inventado.

El debate religioso es suplantado por un libelo puro y duro. Al catolicismo de Cortés opone una idealizada religión natural basada supuestamente en la Razón (un dios que se ha demostrado tan bárbaro y cruel que los anteriores) tal como propone la filosofía de la Ilustración, mientras que Cortés ejemplifica el fanatismo del catolicismo al que están sometidos los países de la Europa del sur.

El director musical argentino Gabriel Garrido aplicó con corrección una fórmula manida de tocar la música barroca. El Concerto Elyma le secunda en un tono discreto. La partitura no tiene una sola sorpresa y se arrastra penosamente durante el segundo acto hasta dejar agotado al melómano. Se respeta escrupulosamente la estructura dual de recitativo (acción) y aria (contemplación) como forma dominante. Y así se llega al dúo de despedida de la pareja azteca en el Acto III, en el que Graun intentó poner algo de su parte, mediante ciertas modificaciones en el tempo y el compás.

Moctezuma 0167El director de escena mexicano Carlos Valdés Uri demostró cumplidamente sus deficiencias. No tanto en su espúreo proyecto de politización oportunista, como en los puros aspectos formales. La combinación de sugerencias visuales resulta primitiva, los movimientos en escena confunden y perjudican a los cantantes; el vestuario es de chiste; sodomizar y copular en el escenario resulta grotesco; las metáforas de crueldad y bondad, casi infantiles. Toda la escenografía bordea el ridículo y crea numerosos malentendidos que terminaron provocando las contenidas risas de una parte del público.

Valdés intenta compensar el sinsentido del libreto y las tenebrosas tintas de su montaje, semimostrando al cacique realizando un sacrificio humano con sus propias manos y extrayendo el corazón de la víctima, mientras su consejero canta sus virtudes humanitarias y dialogantes como si de un Obama se tratara. Pero tal recurso y algún otro no compensa el tono general. Los varapalos de la crítica en Edimburgo han llevado a Valdés a reconocer que ‘muchos pueblos indígenas se unieron a los conquistadores para acabar con el opresor’, y a justificarse con que ‘la puesta en escena no va sobre el ataque de ambos bandos, tiene que ver más con el mexicano actual, ese ser complejo mitad indígena y mitad español». Pero a él le gusta sólo una mitad, la inventada de los floripondios, y ridiculiza la otra, la real del poncho y ese típico sombrero mexicano en cuya ala pone en gordas mayúsculas ‘cabrones’, que debe referirse a él mismo y a todos los que le han financiado esta mamarrachada.

Este Montezuma por otra parte es expresión clara de la toma del poder en la industria del espectáculo en general y los escenarios en particular de una ‘ideología gay’ que está arrinconando los valores heterosexuales tradicionales. ¿Abundan cada vez más las voces de contratenores afeminados al gusto de los ‘castrati’ o cazamos brujas, escasean ya los tenores varoniles, viriles y ‘machiles’? El tiempo hace bucles y en el bucle actual estamos acercándonos en el colmo de la modernidad a aquel barroco decadente y aquel rococó terminal que entre los años 1600 y 1750 sustituyó en escena a las mujeres por esclavos castrados de voz femenina. Ya Claudio Valdés Kuri consiguió su cuarto y mitad de fama con ‘De Monstruos y Prodigios: la Historia de los Castrati’, una obra de teatro escrita por Jorge Kuri, que debe ser familiar suyo.

Tenemos tres contratenores en escena y ello nos resultó oprimente. Oír los gorgoritos infinitos de Montezuma y Cortés aliñados además con los del prolijo Tezeuco, es sinceramente imposible. Y si encima van vestidos o desvestidos como van en escena, sólo tiene solución si te lo tomas por el lado cómico. Flavio Oliver es un muy bueno contratenor italiano, pero parece sacado del catálogo de Dolce&Gabana, y el rumano Adrián-George Popescu tiene una personalidad delicada y una voz interesante, repleta de matices que adornan la impotencia. Pero ambos alumbran un caudillo de cumbia y un guerrero de chotis.

Moctezuma 0139Las cantantes femeninas están en su sitio. Nos gustó sobre todo Lucía Salas como ese Pilpatoé lúcido y alucinado que ve venir el desastre. Más que correcta Lourdes Ambriz bien secundada por Lina López, aunque cantan tan parecido, que si a ello se suma la inflación de falsetes masculinos, resulta en lo que un antiguo llamaría una absoluta ‘mariconada’.

Motēuczōmā Xōcoyōtzin (1502-1520) fue un sátrapa cruel. Gobernante de la ciudad mexica de Tenochtitlan cuyos dominios se extendieron a las ciudades de Texcoco y Tlatelolco, ‘mantuvo una política enérgica incluso hacia lo interno e implementó mecanismos para centrar el poder en su persona’, dice la inestimable Wikipedia. El 8 de noviembre de 1519, se encontró con Cortés, convencido de que era el dios y sacerdote Quetzalcóatl. Su actitud ha sido objeto de numerosas especulaciones pero sus actos muestran un gran miedo. Cedió ante todas sus solicitudes. Los 400 hombres con 40 caballos de don Hernán, y más de 3000 aliados Tlaxcaltecas en guerra de liberación nacional contra Montezuma, fueron alojados en el suntuoso palacio de Axayácatl. Las imágenes de los dioses mexicas fueron derribadas y sustituidas por imágenes cristianas, se limpió la sangre de los sacrificados y se suprimieron los sistemáticos y masivos sacrificios humanos. Moctezuma aceptó ser bautizado y declarado súbdito de España, donde todavía viven sus descendientes, los condes de Miravalle.

Cuenta la Wikipedia: ‘La versión recopilada por Sahagún de fuentes tlaltelolcas, dice que cuando una fiesta que juntaba a toda la nobleza se encontraba en su apogeo cerraron las puertas del patio y exterminaron al millar de participantes en lo que se conoce como «La matanza del templo mayor», al estilo de lo que hiciera tres décadas antes César Borgia en su famoso ‘engaño de Sinagaglia’. El pueblo se alzó en una revuelta, y los españoles hicieron prisionero a Moctezuma Xocoyotzin. El 29 de junio de 1520, en un intento para sofocar el violento tumulto, Moctezuma se asomó a la balconada de su palacio, instando a sus seguidores a retirarse. La población contempló horrorizada la supuesta complicidad del emperador con los españoles, por lo que comenzaron a arrojarle piedras y flechas que lo hirieron mortalmente, falleciendo poco tiempo después del ataque. Durante la huida, perecieron la mitad de los españoles y perdieron casi todo el oro. Luego volvieron para quedarse tres siglos, como es sabido y juega a lamentar el director de escena, un mejicanote que camufla con pancartas y penachos las deficiencias de su alicorta visión.

Fue una celebración vergonzante y vergonzosa del Bicentenario. Mortier nos contó que había salido muy barato, 40.000€ cuando el coste medio de una producción anda en los 600.000, y que lo compensaría programando algo que llamó la conquista de México, y que no sabemos si se trata de ‘La conquista del Messico’ de Mattia Venlo (Londres 1767), con libreto de Giovan Gualberto Bottarelli. Mortier justificó su Montezuma en que hay que conectar con los jóvenes y las fechas. Pues le damos su primer suspenso.

Hay veinte óperas en el repertorio histórico que se atreven con este encuentro capital entre dos mundos. Ya hemos hablado de Vivaldi, podíamos citar también a Baldassare Galuppi. Un ‘Die Eroberung von Mexico’ de Wolfgang Rihm (1987/91), tiene libreto basado en textos de Antonin Artaud y Octavio Paz. Y hay varios títulos del siglo XX: Montezuma de Roger Sessions (Berlin 1964); La conquista de Lorenzo Ferrero (Praga 2005), y Montezuma – Fallender Adler de Bernhard Lang (Mannheim 2010). También, ‘La noche y la palabra’, con música de José Manuel López, libreto de Gonzalo Suárez e imágenes escénicas de José Manuel Broto, que se estrenó en el Teatro de la Abadía, en Madrid en mayo de 2004 y viajó a la Bienal de Venecia al año siguiente, con dirección musical de Juan Carlos Garvayo y dirección escénica de Andrés Lima.

Con todo respeto, el Bicentenario de la Independencia de nuestra querida América merecía algo mejor que una fábula escrita por un príncipe alemán hace dos siglos. Terminemos con una sonrisa a cargo de un patético personaje llamado don Pánfilo de Narváez y su supuesto fiero mastín, un perrillo rebelde cuyos continuos ladridos comunicaban alguna secreta protesta por lo que presenciaba, algún misterioso designio con el que los cielos querían mostrar su desacuerdo.

MONTEZUMA
Teatros del Canal
Representaciones extraordinarias por el bicentenario del inicio del proceso de independencia de las repúblicas iberoamericanas.

Carl Heinrich Graun (1703/04-1759)
Ópera seria en tres actos en lengua italiana
Libreto de Federico II de Prusia, traducido por Giampietro Tagliazucchi
Estrenada en la Hofoper de Berlín el 6 de enero de 1755
Estreno en España
Coproducción con el Theater der Welt 2010, la Kampnagel de Hamburgo,
el Festival Internacional de Edimburgo, el Instituto Nacional de Bellas Artes
de México, el Festival Internacional Cervantino de Guanajuato,
Universidad de Guadalajara y la Fundación Anglo-Mexicana

EQUIPO ARTÍSTICO
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Director musical Gabriel Garrido
Director de escena Claudio Valdés Kuri
Escenógrafo Herman Sorgeloos
Figurinista Jimena Fernández
Iluminador Carsten Sander

REPARTO
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Montezuma Flavio Oliver
Eupaforice Lourdes Ambriz
Tezeuco Rogelio Martín
Pilpatoé Lucía Salas
Erissena Lina López
Hernán Cortés Adrián-George Popescu
Pánfilo de Narváez Christophe Carré

Septiembre: 15, 17, 18, 20 y 21
20.00 horas

La función del día 18 será retransmitida en directo por
Radio Clásica, de Radio Nacional de España
y la Unión Europea de Radiodifusión (UER)

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Moctezuma 0199

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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