Ni, por J.C.Deus

Un texto de Samuel Beckett tan huidizo como todos los suyos, una música trascendente de Morton Feldman, una puesta en escena excepcional de Peter Mussbach, y la dirección musical de Kwamé Ryan, se conjuran en el tercero de los montajes de operadhoy 2010: ‘Neither’ (Ni) es una experiencia mística, una demostración del poder chamánico del arte, y de cómo quizás éste es el único camino abierto por el que dejar atrás al siglo XX. Tan desconocida en España como sus cuatro artífices, “Neither” sin embargo es una de las grandes óperas de referencia de la segunda mitad del siglo XX. Ópera para soprano sola y gran orquesta, fueron Pilar Jurado, que sustituyó a última hora a la titular enferma, y la Orquesta de Radiotelevisión Española sus intérpretes intachables. Entre todos alumbraron un espectáculo de los que hacen época, vanguardista en su austeridad estética, enriquecedor en su belleza esencial, un trance, un rapto de la razón histérica, un túnel luminoso hacia el cielo.

Después de que Feldman compusiera una partitura para la obra radiofónica de Beckett “Words and Music”, cenaron juntos y el primero le pidió al segundo un libreto para una nueva ópera que debería ser una antiópera que hiciera reventar el género en todos sus convencialismos. Cuando recibió al poco tiempo el poema “Neither” como toda respuesta, el compositor ya había comenzado su trabajo y comprobó alborozado que texto y música se identificaban plenamente. Así nació en 1976 ‘Neither’, la única ópera de Morton Feldman (1926-1987), un destacado compositor norteamericano cuyo trabajo se basa en sonidos aislados de muy larga duración para inusuales agrupaciones de instrumentos, un minimalismo con alma muy distinta a la de otros minimalismos mecánicos, o mejor dicho, con alma a secas; un minimalismo fluido que no casualmente encuentra en Rothko su equivalente pictórico: ‘Me interesa la dimensión global de Rothko, diría que anula el concepto de las relaciones entre proporciones. No es la forma lo que permite a la pintura el emerger; el descubrimiento de Rothko ha sido el de definir una dimensión global que sostiene los elementos en equilibrio… Soy el único que compone de esta manera, como Rothko: en el fondo se trata solamente de mantener esta tensión, o este estado, a la vez helado y en vibración’.

Helado y vibrante. La presentación en Madrid de Neither ha constituido un acontecimiento único por no pocos motivos derivados de la puesta en escena de Mussbach: la obra, de cincuenta minutos de duración, es interpretada dos veces consecutivas, la primera vez, los espectadores ocupan únicamente las tres últimas filas del patio de butacas; la segunda vez, los espectadores se sientan en el escenario. La primera vez, todo lo que ven es, al fondo de un teatro vacío, un escenario vacío convertido en un intrigante universo únicamente por medio de efectos de iluminación. La segunda vez, todo lo que ven es el teatro vacío ante sus ojos.

Es una experiencia gratificante, una perspectiva original, una sensación de vacío inenarrable, y una preparación física y mental para la música que viene. El vacío espacial acompaña a una música de timbre tan original que cuesta identificar los instrumentos, de ritmo repetitivo pero al mismo tiempo envolvente que evoluciona continuamente de forma casi inaprensible. El tiempo se ralentiza por efecto de una música veloz y al mismo tiempo perezosa, como la cobra que es metáfora de la energía kundalini en que se basan las técnicas corporales de tantos gurús hindúes que han enseñado en Occidente los mecanismos físicos que llevan al Nirvana. Entonces llega la aportación de una iluminación sutil y cambiante que modifica continuamente la escena de forma casi imperceptible en torno al azul, luego al magenta, más tarde el amarillo y el verde. El vacío y la lentitud que envuelven al espectador le introducen en una dimensión que podíamos llamar Alfa en relación al esquema de ondas cerebrales, un estado alterado de conciencia que puedes describirse como hipnótico si no fuera al mismo tiempo agudamente lúcido.

Pocas veces puede experimentarse tal hermanamiento audiovisual, rayano con el prodigio estético. No ocurre nada ni se ve nada ni casi se oye nada. No aparece en ningún momento la soprano, que salmodia un lamento interminable en el que el también el texto de Beckett desaparece. No hay decoración, no hay escenario, no hay teatro, no hay música, no hay nada. El vacío del Satori. El umbral de la otra dimensión. El punto que el arte busca.

Morton Feldman nació en Nueva York en 1926. A pesar del aprecio que sentía hacia sus profesores, discrepaba acerca de sus teorías sobre el arte musical, y solía discutir con ellos durante largas horas. Fue un compositor muy de su tiempo, que sin embargo cultivó un estilo personal y diferente con respecto a la mayoría de los compositores de su entorno. En 1950, y durante la audición de una sinfonía de Anton Webern a cargo de la filarmónica de Nueva York, conoció a John Cage, una de sus máximas influencias a lo largo de su vida. Comenzó a escribir piezas que se alejaban de las formas musicales clásicas y también e inclsuo más de las modernas, esas técnicas seriales tan en boga por aquellos años. Conoce a Jackson Pollock y el expresionismo abstracto le inspira enormemente. En su última etapa, su música alcanza cotas místicas de irrealidad, con largas composiciones que frecuentemente superaban la hora y media de duración, llegando incluso a las cinco horas en String Quartet II (1983). Ausencia de climax, disonancia, serenidad y notas prolongadas hasta el infinito son algunos de los atributos comunes que caracterizan a estas piezas, las más recordadas del compositor. Murió en 1987 en Buffalo (Nueva York) poco tiempo después de su matrimonio con la compositora Barbara Monk.

De Samuel Beckett nada vamos a añadir. El texto escueto de esta ópera condensada es el siguiente:

‘NEITHER

‘to and fro in shadow from inner to outer shadow

‘from impenetrable self to impenetrable unself
by way of neither

‘as between two lit refuges whose doors once
neared gently close, once away turned from
gently part again

‘beckoned back and forth and turned away

‘heedless of the way, intent on the one gleam
or the other

‘unheard footfalls only sound

‘till at last halt for good, absent for good
from self and other

‘then no sound

‘then gently light unfading on that unheeded
neither

‘unspeakable home’.

De Peter Mussbach, decir que es un profesional del cerebro antes que un escenógrado, y que eso se nota en sus producciones. De Kwamé Ryan, que cuando en la segu-nda parte te sientas frente al patio de butacas, es el único humano que vislumbras, y entonces mte das cuenta que es de raza negra, el primer director de orquesta negro que ves en tu vida. Y lo ves en una tan sofisiticada blanca espiritual composición lejana del ‘spiritual’ negro.

¿Qué les parece? Demasiado, probablemente. Tiene que cogerte predispuesto a la conex.elec.univ, a esa conexión electrónica universal que lo ha cambiado todo. Lamentamos no disponer de imágenes. Esperamos mucho de su imaginación y de su fantasía.

Página dedicada a Morton Feldman
http://www.cnvill.net/mfhome.htm

Neither (1977)
Morton Feldman (Nueva York, 1926 – Búfalo 1987)
Texto de Samuel Beckett
Kwamé Ryan, dirección musical
Peter Mussbach, dirección escénica y diseño de espacio escénico
Orquesta Sinfónica de Radio Televisión Española
Pilar Jurado, soprano
Peter Mussbach y Daniela Juckell, espacio escénico
Alexander Koppelmann, iluminación
Jueves 10 y sábado 12 de junio, 20:00 h
Teatro de la Zarzuela
Madrid

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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