No desear los bienes ajenos, por J.C.Deus

De nuevo William Shakespeare, de nuevo Macbeth, de nuevo por una compañía inglesa, de nuevo éxito total. Han pasado cuatro siglos y naturalmente la codicia y sus nefastos efectos siguen siendo tema cotidiano. Shakespeare y los que añadieron trozos posteriores a la obra plantean una reflexión moralizante contra la que la sociedad actual parece inmunizada. Si llevado por la envidia, los celos, la ambición y demás venenos comienzas la escalada del mal, ya nada podrá detenerte hasta la perdición final. ‘Cheek by Jowl’, la compañía de Declan Donnellan y Nick Ormerod que va a cumplir dos décadas, presentó un Macbeth que en su austera ejecución y sombrío planteamiento se ciñó a lo esencial, el texto de este clásico universal; acentos y modales actuales con imágenes atemporales. Una tragedia griega ambientada en la Escocia del siglo XI, con el coro desperdigado por los rincones del escenario en actitud doble, acechante y huidiza. El destino. La tentación. El camino.

Austera ejecución y sombrío planteamiento. Sí, la penumbra y la niebla sientan bien a esta obra que tanto se parece a otras de su supuesto autor, a Hamlet, al Rey Lear, a Tito Andrónico, a Otelo, variaciones sobre un mismo tema, el de la podredumbre del alma humana, el del mal siempre poderoso, el de las pasiones destructoras. La pareja profesional y sentimental Donnellan y Ormerod han apostado por un enorme escenario vacío que permite a los personajes vagar incesantemente como en estancias palaciegas; por cercarlo de embalajes de madera cuyas traviesas son los barrotes de una pesadilla aciaga. No hay mesa en los banquetes, no hay lecho en los aposentos, no hay árboles en los bosques. No hay espadas en el puño de los que matan ni copas cuando se brinda. No hay sangre ni vino. El coro griego, los cortesanos, se mueven como un grupo de ‘hooligans’, se agrupan y se difuminan en torno a la trama, en torno al ascenso y caída de una pareja de criminales sin escrúpulos.

Visiones y premoniciones, paranoia y esquizofrenia. Macbeth es la historia de una pareja trastornada que empieza a matar para ascender al trono; que sigue matando porque atribuyendo al prójimo su propio desvarío, desconfía de todos; que pierde el sueño y todo contacto con la realidad; y que termina autodestruyéndose como ya sabemos. Las brujas que predicen el brillante futuro del virrey de Glamis que ha de llegar a Rey de Escocia, no saldrán a escena. Esta compañía en vez de escenógrafo tiene diseñador para crear un ritual de dos horas de duración, donde todo es turbio y oscuro, todo menos la aparición de una recepcionista graciosa y vulgar, un guiño que rompe el conjuro para recordarnos dónde estamos. La iluminación es el principal recurso, y un violín y un tambor marcan los sonidos. Ambos recursos están sabiamente llevados al mínimo.

Macbeth es una de las obras más populares de William Shakespeare. Es una tragedia en cinco actos, en prosa y en verso, que fue compuesta probablemente hacia 1606, basada en el relato de la vida de un personaje histórico, el rey Macbeth de Escocia (en gaélico escocés antiguo: Mac Bethad mac Findlaích, en gaelico moderno: MacBheatha mac Fhionnlaigh). ‘Pensaba que Macbeth trataba sobre un hombre y una mujer que conspiran para asesinar a un anciano. Pero ahora me doy cuenta de que la obra comienza realmente cuando ambos se dan cuenta de lo que han hecho, y más concretamente, cuándo intentan negar que comprenden lo que han hecho. Me temo que una de las muchas cosas terribles que hacemos en la vida es que nunca afrontamos las consecuencias de nuestros actos’, explica Donnellan. ‘Hay algunas cosas muy irritantes sobre las obras que elegimos: son increíblemente viejas, muchas de ellas escritas por gente muerta, y están llenas de palabras. No me entusiasma especialmente nada de esto. Es solo que resultan ser grandes obras que puedes llevar de gira durante mucho tiempo porque despliegan temas que encajan con cuestiones aparentemente modernas: política, sexo, amor, lo sobrenatural’, decía en ‘In Contacts wiht the Gods? Directors Talk Theatre’. Y algo más: ‘Trabajo con obras de Shakespeare porque continúa sorprendiéndome. Creo que tienes que aproximarte a Shakespeare en estado de humildad e ignorancia. No creo que esté ahí para enseñarnos nada, creo que nos lleva de la mano y nos guía, como un igual, a través de un lenguaje absolutamente extraordinario’.

En Macbeth se alude muchas veces al tema de “la nada”, el tema de “no ser”. En Hamlet, en Troilo y Crésida, e incluso en Lear y Macbeth, Shakespeare aborda la inacción. Es parte de su genialidad que a menudo intente llevar a escena el otro lado, la Sombra, el que debemos experimentar para ser completamente humanos. Esto atrae a Donnelan y nos atrae a todos. Esto en teatro es bien difícil y sólo está al alcance de los mejores.

MACBETH de William Shakespeare
XXVII festival de otoño en primavera Comunidad de Madrid
www.madrid.org/fo
Madrid. Naves del Español-Matadero
www.mataderomadrid.com
Del 26 de mayo al 5 de junio
País: Reino Unido
Idioma: inglés (con sobretítulos en español)
Duración aproximada: 2 horas (sin intermedio)
ESTRENO EN MADRID

Compañía: Cheek by Jowl
www.cheekbyjowl.com
Dirección DECLAN DONNELLAN
Diseño NICK ORMEROD
Dirección asociada y
dirección de movimientos JANE GIBSON
Diseño de iluminación JUDITH GREENWOOD
Composición CATHERINE JAYES
Diseño de sonido HELEN ATKINSON
Asistente de dirección OWEN HORSLEY
Intérpretes
WILL KEEN
ANASTASIA HILLE
DAVID CAVES
DAVID COLLINGS
KELLY HOTTEN
ORLANDO JAMES
RYAN KIGGELL
VINCENT ENDERBY
JAKE FAIRBROTHER
NICHOLAS GOODE
GREG KOLPAKCHI
EDMUND WISEMAN

El director tendrá un encuentro con el público el sábado 5 de junio por la tarde en el Matadero.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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