¡Vaya cena indigesta!, por J.C.Deus

Con ‘La noche de los generales’ la gente se reía mucho y aplaudió a raudales. Si forma usted parte de la mayoría que se contenta con poco, que sufre de amnesia interesada, que sólo quiere pasar el rato y que va al teatro a divertirse, no dude ni un momento en acudir presuroso. Pero espectadores exigentes, mentes críticas, espíritus dialécticos y observadores independientes sean advertidos de que sufrirán durante dos horas en una producción pobre sobre un texto flojo.

El autor de ‘La cena de los generales’ declara que su obra quiere reconciliar a las españas y que hay que mirar atrás sin ira. Pero no se lo crean: tras algunos disimulos y apariencias, es sectaria, otra vez de buenos y malos; y los buenos levantan el puño en alto y los malos son los franquistas. Qué casualidad. Resulta descorazonador asistir al inicio de la temporada en el emblemático Teatro Español con un vodevil facilón, sin altura intelectual, acobardado, que nada aporta. Y siendo Alonso de Santos considerado oficialmente de lo mejor con que cuenta actualmente la dramaturgia española, autor de treinta obras, muchas con gran éxito de crítica y público, el fiasco no puede ser más deplorable.

Al parecer va de cenas. Como la temporada pasada la competencia de los Teatros del Canal -la flamante aportación de Esperanza Aguirre a la vida cultural madrileña- programó una obra satírica de gobernantes y cocineros cuentistas que algunos vieron ‘antigubernamental’, titulada ‘La Cena’ y firmada por Albert Boadella, esta temporada el teatro estatal responde con una comedia antifranquista plagada de alusiones despectivas a ‘las derechas’. Si aquella cena no nos gustó, ésta aún nos ha gustado menos. Si aquella era un ‘boadella’ desnortado, ésta es un ‘de santos’ lamentable.

Vayamos por partes. Primero, el texto. José Luis Alonso de Santos prescinde de cualquier sutileza y compromiso con la indagación verdadera en los lodos de aquellos barros, y construye una pieza anticuada, carente de la menor profundidad, chistosa en el peor sentido de la palabra, facilona y vulgar. Aún así, podría haberse hecho una representación constructiva, que elevara el material básico. Todo lo contrario: el director Miguel Narros ha puesto en pié una escenografía plana y una interpretación zarzuelera. Uno está esperando que aparezca Paco Martínez Soria (que en paz descanse) en cualquier momento.

Alonso se nos presenta diciendo: ‘Grito frente al muro, reflexión sobre la existencia y jardín para el espíritu. Las tres líneas básicas de mi teatro’. Honestamente, no encontramos reflexión y mucho menos solaz para el espíritu en esta cena de cartón, con rojos muy buenos y sufridos, y nacionales muy brutos y ridículos, y un protagonista aparentemente neutral que simpatiza con los primeros y se burla de los segundos, y una falangista muy mala, y una anarquista muy buena, y un cura vasco de izquierdas, por supuesto también bueno, y un teniente de sainete, y un soldado moro para que la gente se ría de él todo el tiempo, y continuas mofas a aquel caudillo enterrado hace 34 años que no hay manera de quitarse de encima. Pero lo peor no son las trampas del autor para aparentar una objetividad inexistente, el soniquete sainetesco de los parlamentos, la artificialidad imposible de la trama y la endeblez de los personajes. Lo peor es que es una obra mala, para regodeo de públicos iletrados, paradigma del callejón cultural sin salida al que hemos llegado.

Sancho Gracia es el bueno de la película, digo, de la comedia, y la obra parece hecha a medida para asegurarle un retorno digno a los escenarios, una vez abjurado de Curro Jiménez. Juanjo Cucalón es obligado a un papel histriónico del que sobrevive a gritos. El resto del reparto debe lidiar con personajes de chirigota. Es el tono que ha escogido Narros. Que empeora el texto. O lo completa, para mayor gloria de los amantes de las esencias teatrales patrias: vocerío y aspavientos en el escenario, chistes verdes y tacos, gesticulación exagerada y a menudo obscena, con mucho llevarse la mano a la entrepierna. De vergüenza ajena.

Creo que José Luis Alonso de Santos no acierta con esta obra. Que tampoco lo hace Miguel Narros. Ni Mario Gas. Que vamos para atrás como el cangrejo. Pero que el teatro se llena, la gente se ríe y la crítica aprueba. El éxito en suma. Y que se fastidien los ‘listos’.

TEATRO ESPAÑOL
LA CENA DE LOS GENERALES
Autor: José Luis Alonso de Santos
Dirección: Miguel Narros

Reparto (por orden de intervención):

Santiago Medina Juanjo Cucalón
(Teniente de intendencia)
Sr. Genaro (Maitre) Sancho Gracia
Epifanio (Cocinero-pastelero) Lorenzo Area
Blas (Cocinero-pastelero) Antonio Escribano
Andrés (Cocinero-carnes) Jesús Prieto
Antón (Cocinero-legumbres y pasta) Emilio Gómez
Nando (Cocinero-verduras) Víctor Manuel Dogar
Ángel (Fregaplatos) César Oliver
Miguel “El cura”(Pinche) Luis Muñiz
Mustafá Adolfo de Grandy
Juana (La Chef suplente) Ana Goya
María (Cocinera-pescados) Candela Arroyo
Franco-Soldado Juan de Mata
Flora “La falangista” (Camarera) Lucía Bravo
Andrea “La mayor” (Camarera) Virginia Mateo
Mosquera “El gallego” (Capitán) Luis Garbayo
Carlos “El rubio” (Camarero) Borja Luna
Juan “El pesao” (Millán Astray) Tomás Calleja

Ayudante de Escenografía: Marisa de la Iglesia
Asistente de Dirección: Nacho Solana
Ayudante de Dirección: Luis Luque
Vestuario: Ana Rodrigo
Espacio Sonoro: Luis Miguel Cobo
Iluminación: Juan Gómez Cornejo
Escenografía: Andrea D’Odorico

Del 5 de septiembre al 11 de octubre de 2009
De martes a domingos, 20.30 h.
Precio: de 4 a 22 euros
Martes y miércoles 25% descuento.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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